El 12 de Setiembre de 1976 en la intersección de Junin y Rawson, en Rosario, donde hoy está el Alto Rosario Shopping, un coche-bomba explotó al paso del micro de la Guardia de Infantería que regresaba de un servicio de custodia en el estadio de Rosario Central. Montoneros se adjudicó la autoría. A partir de allí, en 2010 la Asociación Profesional Policial Apropol instauró simbólicamente el Día del Policía Santafesino caído en acto de servicio.
Además del sentido que tiene para la policía, para Coronda no pasó desapercibido el suceso porque un conciudadano murió en ese atentado. Se trata de Hugo Pelegrina, entonces de sólo 26 años.
El escenario original ha cambiado, el viejo paredón de los talleres ferroviarios fue derribado a excepción de una pequeña porción que como pálido testimonio fue dejado y que aloja un sitio de recuerdo que “como se pudo se instaló y sostuvo” tras atravesar gestiones en la gobernación provincial de uno de los principales implicados en este atentado décadas atrás.
Testimonio
En este lugar con tantos recuerdos y mensaje institucional para nuestra policía hay una placa que reza: “Aquí resultaron víctimas de la explosión de un coche-bomba, 32 policías que regresaban de un servicio en cumplimiento del deber, y 5 civiles que transitaban por el lugar. La U R II de policía, rinde este homenaje para que su recuerdo nos marque en haras de una mejor convivencia”.
Los autores
Los que se “auto-adjudicaron” la autoría del atentado fue la organización Montoneros. La magnitud de este hecho en esa ciudad sólo fue superado por la explosión de gas de Salta 2141.
Desde la entidad siempre mencionaron al ex gobernador santafesino Jorge Obeid como uno de posibles integrantes de la agrupación paramilitar y parapolicial en el contexto del atentado.
Por este hecho fueron detenidos Carlos Enrique Pérez Rizzo, (nombre de guerra: «Cabezón» nacido el 18 de marzo de 1953 paradójicamente hijo de un comisario en actividad , fue condenado, pero no cumplió dicho castigo y Graciela Porta (nombre de guerra: «La Corcho»), nacida el 18 de octubre de 1954 no cumplió la condena.
Las victimas
Las victimas del artero atentado también tienen nombre y apellidos pero ademas un común denominador; eran inocentes y trabajadores. Así encontramos a el Agente Edgardo JorgeFerri, soltero, nacido el 31de octubre de 1948, había ingresado a la institución en febrero de 1975. Agente Juan Domingo Matiasevich, casado, había nacido el 15 de mayo de 1948, padre de dos hijos, uno de tres años y otro de 8 meses, ingresó a la repartición en julio de 1974. Agente Domingo Hipólito Alfonso, casado, nacido en 1948, con tres hijos, de 5, 4 años y cuatro meses, ingresó en la policía en marzo de 1972. Agente Andrés Alberto Acosta, casado, nacido en agosto de 1951, con un hijo de cuatro años y otro de dos. Agente Carlos González, casado, con una hija de ocho meses, ingresó a la policía en abril de 1975, nació el 12 de junio de 1956. Agente José Luis Boggino, nacido el 9 de julio de 1952, casado, con un hijo de un año de edad, ingresó a la institución en agosto de 1974. Agente Hugo Alberto Pelegrina, soltero, corondino, ingresó en julio de 1974, había nacido el 27 de agosto de 1950. Agente José María Gutiérrez, casado, con tres hijos de 5, 3 años y cuatro meses, había nacido el 28 de marzo de 1953. Ingresó a la policía en septiembre de 1974. Agente Darío Héctor Pietrani, soltero, nacido el 30 de noviembre de 1953. Ingresó a la repartición en octubre de 1975.
Mas inocentes
La barbarie no quedo allí, también se deben sumar entre los caídos a dos conciudadanos también pobres, inocentes y trabajadores; Oscar Walter Ledesma, 56 años, casado, fotógrafo social y su esposa Irene Angela Dib, de 42 años que junto a su hija Andrea Fabiana Ledesma, de 14 años (también herida) preparaban su próxima fiesta de quince. Carlos Alberto Galeazzo, vecino del lugar del atentado que se encontraba en la vía pública reparando una moto de su propiedad también fue alcanzado por las esquirlas.
La primer bomba “vietnamita” en el país
La bomba “vietnamita” (carga explosiva, metales para esquirlas y material fecal) fue colocada en un automóvil Citroen y según me manifestaron momentos antes un joven extendió desde el coche estacionado en la calle cercana y a cien metros acciono el mecanismo al paso del móvil policial a las 18:15 de ese domingo trágico (colectivo reconstruido y que se guarda celosamente como un relicario de nuestra policía).
Heridos
Muchos otros sufrieron años de dolor, por las pérdidas de compañeros pero ademas por las lacerantes heridas entre las cuales personalmente recuerdo la de un vecino, “El Perro” Mendoza, comisario que viajaba en el micro y era en ese año el Sub-Jefe del “Batallón” quien perdió sus piernas y a consecuencia de los trastornos falleció.
Parte del texto: Alberto Martínez – Apropol