Hoy Sandro de América cumpliría 75 años de vida. Lamentablemente no llegamos a disfrutarlo. Sus chicas no pueden saludarlo en su casa de Banfield desde hace una década. Su vida se apagó el 4 de Enero de 2010 en Mendoza porque su existencia fue una ráfaga incontenible.
Pero la pregunta que muchos acá saben, pero que en otras geografías no, es si conocen de la relación entre Sandro y Coronda, Capital Nacional de la Frutilla.
Claro que existe. Es más, en 2012, al cumplirse 45 años de la presentación de la película en el Microcine de Coronda, luego de que el concejal Prof. Edelmiro Bianchi impulsara la ordenanza por proyecto presentado por el comunicador Juan Peratitis, se declaró de interés municipal y cultural al filme Tacuara y Chamorro Pichones de Hombre entre otras cosas por ser el documento fílmico más antiguo que existe de la Coronda de los años 60, justo en el límite entre la comuna y la Municipalidad, entre ser pueblo y volver a ser ciudad. Y porque en ella debutó cinematográficamente Sandro, un pibe de 21 años que ya se había impulsado al mundo musical.
El año 1966 le abrió las puertas a otra manifestación artística ya que significó la primera incursión de Sandro en el arte cinematográfico con la película “Tacuara y Chamorro Pichones de Hombre”, que se filmó en Coronda, más algunas imágenes obtenidas en las vecinas localidades de Maciel y Monje.
La película, con la dirección de Catrano Catrani, se estrenó al año siguiente en el entonces microcine de Coronda, que recibió a conocidas figuras de la farándula llegadas especialmente para la gran premier, que debió postergarse 24 horas porque hubo un corte generalizado de energía eléctrica que afectó a toda la ciudad.
El elenco de la película que encabezaba Sandro («Severino, Cara de Zorrino”) se completaba, entre otros, con el cantante Julio Molina Cabral (Don Goyo), la chilena Ginette Acevedo (Micaela), los por aquel entonces niños que protagonizaron a Tacuara y Chamorro (Rodolfo Di Nucci y Gabriel Avalos) y María Rosa Solari (Esperenciana), con música de Tito Ribero y la corondina Afife Llahyah.
La película se basa en los cuentos “Tacuara y Chamorro” y “Los oscuros remansos”, ambos del escritor, docente, abogado y ex ministro de Educación de la provincia de Santa Fe, Leopoldo Chizzini Melo, a quien por aquellos tiempos se lo veía disfrutando sus vacaciones en las orillas del río Coronda.
Narraba la vida de dos chicos en un medio rural, alternando con sus juegos, obligaciones, travesuras en complicidad con sus mascotas, sin dejar de incorporar el romance entre personajes adultos.
La ciudad de las frutillas fue definida por un poeta como “un pueblo de espíritu tranquilo y bondadoso”. Hasta aquí se llegó, en aquel año 1966, el director de cine Catrano Catrani, acompañado por un verdadero ejército de colaboradores, entre camarógrafos, utileros y artistas, entre ellos un muy joven Sandro, que ya empezaba a destacarse como integrante de la agrupación “Sandro y Los de Fuego”.
Poco tiempo transcurriría hasta que alcanzara el estrellato, ya como solista, cuando ganó el festival “Buenos Aires de la Canción”, con el recordado tema “Quiero llenarme de ti” (1969).
Para el rodaje se sumaron una gran cantidad de extras locales, que por estos días todavía cuentan sus hazañas en la película. Los corondinos recuerdan a un sordomudo que siempre estaba presente y que se destacaba en los corsos con su disfraz y sus armas caseras. Aquel día no podía estar ausente –dicen- por lo cual remontó el barrilete más grande.
Otra de las tomas para las cuales se convocó a participar a la ciudadanía, principalmente a los niños, fue para el reparto de caramelos en la plaza.
Mientras tanto, un almacén de ramos generales, propiedad de Esteban Pizzi, que fue parte del escenario para el rodaje de la película que protagonizó Sandro en Coronda, se conserva en buen estado edilicio. Está ubicado en bulevar Oroño y Juan J.Paso, en el sector norte de la ciudad y se llama aún hoy El Viejo Almacén.
El propio Sandro –joven veinteañero por entonces- compartió varias reuniones en sus horas de descanso en bares y restaurantes corondinos, como el recordado comedor Gardelito y Costa Azul, situados en la costanera.
Según algunos críticos del séptimo arte, la de “Tacuara y Chamorro, Pichones de Hombre” puede inscribirse como una historia al mejor estilo de la cinematografía americana y esos cuentos de Disney a quien hace alusión la dedicatoria en el final de la película. Tampoco le falta ese fiel compañero de aventuras, el perro, llamado aquí “Gringa” pero que bien podría haber sido Lassie.
Sandro estuvo en Coronda durante unos cuantos meses durante el rodaje de la película que más recuerda la historia de este hermoso terruño frutillero y que todavía sigue desprendiendo anécdotas.