El lunes tuvo lugar la audiencia de apelación de la prisión preventiva contra Víctor Hugo S., de 39 años, detenido y único acusado del homicidio del joven corondino Maximiliano Oliva, en un hecho sangriento ocurrido en Colonia Yatay, departamento San Javier, el pasado 3 de junio.
Periódico Corondino pudo saber que el sujeto estará detenido hasta que el juez de segunda instancia resuelva (en función de lo discutido por las partes en la audiencia de ayer). En este caso está a cargo del Dr. Sebastián Creus. También habrá que aguardar luego las resoluciones de los camaristas (segunda instancia) cosa que no tiene fecha.
Según fuentes consultadas en el Poder Judicial, la decisión de aceptar o no la apelación podría definirse esta semana, la que viene, o demorarse un poco más en el tiempo.
HABLÓ LA MAMÁ DE LA VÍCTIMA
Esto conlleva a que su madre, Andrea Cheseaux, tenga que realizar algunos movimientos judiciales desde las próximas horas. Pero antes de eso, habló por primera vez luego del crimen, y mencionó que «hasta el momento lo que sé es que la persona que lo mató está detenida y con prisión preventiva. Me llama la atención porque he intentado comunicarme y no me ha atendido nadie, nunca. Nadie se comunicó conmigo, me dieron números, llamé, nadie me atiende, nadie me responde. Alguien de allá me dijo que había un abogado que ayudaba al acusado, y me aseguraron que tengo que ir a San Javier o a Santa Fe si quiero saber algo más, porque por teléfono nadie me va a atender” manifestó la madre de Oliva.
De algún modo la mamá corondina está entrando en sí en una situación que ninguna madre quiere tener que soportar: «nunca fui para allá… Está todo raro… se dicen muchas cosas, a mí me dijeron que Maxi era compañero, muy bueno, enseguida se hacía de amigos, no tenía problemas, era muy confianzudo, una persona de allá me dijo que lo usaban… Eran unos sinvergüenzas porque él les compraba los cigarrillos, la bebida, la comida, pensaba que eran amigos y en realidad lo usaban” y agregó que “hay un testigo que declaró, no quiso hablar conmigo nunca. Intenté que me diga las cosas a mí, de lo que pasó esa noche y dijo que declaró y no tiene que hablar nada conmigo”.
La vecina corondina pide justicia y que el proceso llegue a su fin: “Me han dicho que podrían presentar algún tipo de certificación de desequilibrio mental, pero queda todo en rumores porque oficialmente nadie me atiende, y eso me preocupa y mucho”. Luego sostuvo, siempre con la voz quebrada, “que pague la persona que a mi hijo lo mató. Él no se merecía esa muerte. No era un chico malo. Era muy bueno. Y no se merecía que le quitaran la vida de la manera en la que se la quitaron”.
LA HIPÓTESIS OFICIAL
La teoría fiscal indica que el jueves 2 de junio, la víctima y su supuesto victimario habían estado bebiendo en un kiosco-despensa de Colonia Yatay donde compraron unas patamuslos que la víctima cocinó en su casa. A la cena asistieron además, dos hermanos, uno de los cuales abandonó el lugar antes de la medianoche, después de comer.
Es decir que al momento del desenlace fatal, situado a las 3 de la madrugada del viernes 3 de junio, sólo quedaban sentados a la mesa la víctima, el asesino y un testigo.
Según consta en la carpeta judicial, fue el único incriminado a esa hora y tras mantener una discusión aparentemente banal con el anfitrión, quien se apareció con una escopeta montada y sin mediar palabra le voló la cabeza de un disparo a Oliva, que no alcanzó siquiera a cubrirse el rostro con sus manos.
Estupefacto por la explosión, el testigo Raúl B. miró a su alrededor y vio al hombre que tras gatillar a su compañero intentaba cargar nuevamente el arma. Se abalanzó sobre él y los dos se trabaron en lucha sujetando el caño de la escopeta; hasta que en un momento el testigo logró alcanzar la puerta y escapó a la carrera hasta la casa de su hermano, que dista 1,3 km del lugar.
En una primera declaración consta que estaban sentados a la mesa, en el mismo sitio donde minutos más tarde el personal policial encontró el cuerpo, destrozado por el impacto de la perdigonada. El testigo dijo entonces que «en un momento los dos discutieron en una habitación contigua, llegando al patio», al parecer «por un equipo de música» y se escucharon frases sueltas como «yo te lo regalé» y «llevátelo», pero no pasó a mayores.
Luego, en una segunda declaración ante personal de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de San Javier, el mismo testigo recordó que esa noche, mientras cocinaba el pollo, Oliva recibió un mensaje a su teléfono celular y que tuvo una reacción violenta, a punto que terminó pateando una puerta a la que se le rompieron los vidrios por el impacto. Tampoco el testigo supo explicar a qué se debió semejante arrebato de furia, pero los investigadores no descartan su relación con la pelea y finalmente la ejecución.
A raíz de ello, la oficina de prensa del Ministerio Público de la Acusación (MPA) informó que «en la audiencia se expuso que el imputado y la víctima estaban junto con otra persona que fue testigo de lo ocurrido» y que «el accionar homicida de la persona investigada se generó a partir de una discusión que habría tenido con la víctima».