Autoridades del Servicio Penitenciario, de la Municipalidad y del Concejo Deliberante, se reunieron en la mañana de este martes para comenzar a trabajar sobre protocolos de salubridad, de cara a una futura habilitación de las visitas nuevamente a los penales santafesinos, y en particular a la Cárcel de Coronda y también para saber qué contención tiene el SP para tratar posibles casos de Covid19, tanto en personal como en internos.
Con la presencia del intendente Ricardo Ramírez, del directivo del SP Héctor Acuña, de los concejales encabezados por el presidente Sergio Palermo, y de integrantes de la plana mayor carcelaria, se desarrolló la reunión en la sala de la intendencia local, en el edificio municipal.
De todas maneras, parece lejana todavía la posibilidad de reapertura de las visitas por varios factores y actores: la vigencia de la pandemia y el aumento de casos en primerísimo lugar, y a partir de allí todo dependerá de decretos y órdenes emanadas desde el Gobierno Nacional, Gobierno Provincial, Ministerios de Salud respectivos y Poder Judicial, sobre todo basado en la aglomeración de personas, porque por menor número que se disponga, hay más de 1500 internos hoy en día en Coronda.
El protocolo que se propuso para cuando se habilite nuevamente la visita -esto en general para todas las cárceles- implica tener en cuenta su tamaño y también la calidad de peligrosidad de internos, y por ello habría una visita máxima por recluso, durante 4 horas máximo, en bajo número general, distribuyendo a los familiares por pabellones según un calendario semanal, sin contacto físico y con medidas de profilaxis e higiene. Hoy en día la falta de visitas higiénicas o íntimas es todo un tema también porque todo se potencia dentro de la Unidad.
Por eso. Hay medidas que todavía no cesaron, hay aperturas que no existen aún y entre ellas está la aglomeración de personas y con visitantes, el penal local tendría mucha gente circulando si incluimos a los internos y al personal de turno.
Está todo claro, ahora el problema a resolver en lo inmediato es otro: que esta mantenida prohibición no derive en una protesta, o directamente en otro motín, como el ocurrido el 23 de Marzo y que culminó con la habilitación de la llegada de mercadería y dinero a los presos, aunque en Coronda, por expresa prohibición de Ricardo Ramírez, los familiares no pudieron arribar más desde marzo hasta la sede del penal en Belgrano 2421. Nos podrán tildar de alarmistas, pero lo hicimos también antes de la revuelta de marzo y lamentablemente no nos equivocamos.
Para que esto no ocurra las autoridades del Servicio Penitenciario no deberán prometer más de lo que pueden cumplir pero también es cierto que no es lo mismo usted o vos, en cuarentena, sin poder salir durante dos, tres semanas, un mes, dos o tres… Si bien lo sufrirá y le traerá algunas secuelas, está comprobado psicológicamente que repercutirá mucho más fuertemente en los denominados «privados de la libertad» porque al encierro, se le sumó la ausencia de contactos y de sus entornos familiares y la violencia latente en la mayoría de ellos. Es una bomba de tiempo…
¿Entonces? ¿Hay que seguir calmándolos con medidas excepcionales? ¿Hay que continuar respetando los aislamientos para evitar que una visita se convierta en un potencial foco de Covid19 imparable? ¿Hay que creer en los rumores de un posible nuevo motín quizás más fuerte?
La tensión existe, y va creciendo en el penal corondino. Eso no se puede negar y esconderlo sería necio, porque los mismos empleados -muchos- que son informantes permanentes de nuestro medio nos piden que por lo menos se tenga en cuenta y se prevenga esa posibilidad.
Difícil panorama. Lo más sencillo hubiera sido que todos los reclusos no hubieran cometido ilícitos para estar donde están, pero no nos olvidemos que hay instituciones oficiales y ONG que amparan históricamente sus reclamos, lo que se convierte en otro foco de presión.
El dilema está expuesto: evitar un posible contagio masivo de coronavirus a partir de la cárcel o evitar un nuevo motín que nunca sabemos hasta dónde puede llegar. Un término medio no parece fácil de conseguir.