Estamos en el Mes de la Policía de la Provincia de Santa Fe. Una fuerza que se debate internamente por una metamorfosis necesaria, para recuperar la credibilidad que supo tener como cuando existía el «vigilante» del barrio, a quien le conocían su nombre y él a su vez los identificaba a todos los vecinos. Que perdió en las épocas de Dictadura donde una de las instituciones que debía cuidar al ciudadano, en realidad lo vigilaba y lo amenazaba.
Una policía que parece haber internalizado la corrupción como un elemento más, pero también sabiendo que son muchos los agentes, oficiales y suboficiales que quieren brindar un servicio a la comunidad amén de llevar el pan a sus familias, referencia oportuna al día de hoy, San Cayetano y que no creen que el «curro», el oportunismo, la coima o los negociados tengan que ser parte natural de un organismo que nació para otra cosa.
El rol del policía es difícil. Más en las comunidades pequeñas porque cuando se saca el uniforme muchos saben dónde vive, qué familia tiene, en qué lugares compra, qué tipo de persona es con los demás. «Somos pocos y nos conocemos mucho». Ocurre con muchas profesiones como el periodismo. Se habla de alguien en la tele y a los minutos lo cruzás en la calle… Al policía le suele ocurrir lo mismo. Detiene a una persona y a los días lo puede llegar a encontrar en un negocio del centro cualquiera.
En las academias se ha enseñado históricamente el respeto hacia el prójimo aun en situaciones límites. Por algo hay perfiles psicológicos y si creemos en ellos, entonces ese aspecto y otros forman un verdadero y respetable agente del orden: equilibrado, justo, recio pero no violento, atento y servicial.
El pueblo debe hacer buen uso de sus fuerzas de seguridad para su bienestar y protección y no el policía hacer uso de la fuerza para su propio beneficio.
Creemos en los que trabajan en las comisarías, en los destacamentos, en los pueblos más lejanos de todo, en condiciones lejanas a las ideales, en las distintas áreas y aún sabiendo que la corrupción es como el personaje de capucha de la serie Jesús que anda tentando por ahí, la mayoría quiere que al policía se lo vuelva a querer, a necesitar, a valorar, a respetar.
Días atrás hubo un incidente en Barrio Guadalupe y allí se notaron varios detalles: un agente no puede salirse de su punto de equilibrio porque puede perder más de lo que gana, una horda de inadaptados puede abofetear a una mujer policía, empujar a un agente, cascotear a más no poder un móvil y el oficial -que no deja de ser humano con pulsaciones aceleradas cuando la emotividad es alta- tiene que poner la otra mejilla.
Cuidado: no estamos de acuerdo con los excesos, así como siempre destacamos el gran trabajo que suelen hacer, si alguien cometió un error o «se pasó de rosca» en una situación, que pague con las sanciones que corresponde, los mismos compañeros sabrán si alguno es de salirse de sus parámetros más que seguido, pero también convengamos que vamos a tener que acordar que cuando haya un lío en un barrio, digamos, considerado peligroso, habrá que dejar que entre ellos «se maten» para que al policía no lo critiquen por reprimir o por no hacerlo.
Lamentablemente en los últimos tiempos ha habido muchos malos ejemplos, de esos que no queremos dar. Nuestra web se cubrió de ellos y no nos gusta que prevalezcan, no los vamos a esconder, es cierto también, pero pretendemos que sean los menos y que alguna vez desaparezcan.
No es fácil, el poder económico, las «tranzas» con los ladrones o narcos, las ambiciones propias del ser humano, en algunos desequilibradas, el machismo que aún ronda las oficinas policiales, la soberbia por creer que un uniforme es una capa de superhéroe, atentaron muchísimas veces contra el buen policía.
En Coronda muchos nos han comentado y tal vez temen denunciar que habría unos pocos… ¿que avisan a los delincuentes o a los sospechados de algo cuando les van a hacer allanamientos…? Entonces también la limpieza debería venir desde adentro. ¿No?
Pero nosotros, como medio de comunicación que sabe que esta ciudad tiene una tradición en fuerzas de seguridad que en proporción no debe tener ninguna otra de las 361 localidades santafesinas, sabemos que de los buenos hay muchos y son la mayoría.
Con sangre en las venas, con vocación de servicio, con lágrimas porque un comentario es injusto hacia ellos, con autocrítica porque hay errores evitables, con orgullo porque se detuvo a un peligroso ladrón o se evitó una muerte o un robo…
«Los policías nos defendemos entre nosotros porque nadie sale al frente por nosotros… Nos sancionan si hablamos. Y los delincuencies se defienden entre delincuentes» resumió un actual integrante de la Unidad Regional XV, muy molesto por todo lo que generó el episodio de Guadalupe.
A veces no vendría mal que los propios jefes -que rotan y rotan y rotan y pierden pertenencia y eficacia en las logísticas, eso está clarísimo- sean los que salgan a defender a sus subordinados, a sus soldados, aunque después puertas para adentro se los discipline como corresponde por esto o por aquello.
Además de lo expuestos que han estado al Coronavirus -el 35 a 40% mínimo de los hisopados hechos para Coronda son de fuerzas de seguridad- haciendo un recuento «de memoria», recordamos a dos policías que salvaron de morir en las vías a una mujer en mayo, a tres policías que fueron agredidos cobardemente en Barrio Norte y no pudieron reaccionar justamente para evitar más problemas.
Y a policías capturando un puma, agentes atropellados, agentes que ayudaron en partos, oficiales que salvaron de morir quemados o asfixiados a vecinos, servidores héroes por rescatar a una niña de las vías, policías heridos por combatir el delito, agentes que encontraron niños perdidos, y así podríamos estar horas escribiendo hechos porque lo bueno, es que en esta web usted los encontrará. Además los reconocimos, les dimos premios, lo hizo el Rotary Club, la comunidad los destacó y eso es altamente positivo.
Los esclarecimientos, los procedimientos, las detenciones, las investigaciones, todos momentos precisos y preciosos para esta tarea.
Eso está faltando, la buena noticia. En algún momento un jefe destacaba la mejor acción semanal… y no se trata de mejorar legajos o de figurar, se trata de generar ejemplos y de estimular «a la tropa».
«Honestidad, coraje, sacrificio, protección de las vidas, cuidado de los bienes personales, y ser educados, cordiales, respetuosos» algunos de los tantos valores que van a prevalecer para seguir sintiéndonos orgullosos de nuestros policías, que son ni más ni menos, que nuestros familiares, amigos, vecinos o conocidos.
Opinión: Por Juan Peratitis