La información puntual indica lo siguiente: “con motivo de las nuevas medidas dictadas en el ámbito de la Pandemia Covid-19, se mantuvo una reunión de coordinación con el Municipio para efectuarlas en forma conjunta con inspectores de tránsito, llevándose a cabo un control de personas en la zona céntrica y costanera de esta ciudad, este fin de semana, Sábado 13, Domingo 14 y Lunes 15, en los horarios de 14 a 18 horas, la Superioridad Departamental considera necesario aplicar distintas medidas operativas marcando una presencia más sostenida que garantice la tranquilidad de las personas y sus bienes”.
El fin de semana largo hubo operativos policiales pedidos desde el municipio ya que los días sábado 6 y domingo 7 y a partir de aperturas y relajación del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, mucha gente empezó a salir aquí y allá. La idea era evitar la aglomeración de personas, mantener el distanciamiento social y que la gente circule con tapabocas todavía.
Los riesgos están, podría haber casos con algún transportista que vaya al Mercado Central a llevar frutilla, o con un comisionista que venga de Rosario, o con un trabajador policial o penitenciario que va y viene en relación con Santa Fe y Rosario, o con un remisero que lleve gente a Córdoba o Buenos Aires, o con un chaqueño que se filtre de algún control, o con algún corondino que vaya de golondrina a otro lado. El riesgo está. Depende de cada uno también llevar al mínimo la chance de generar un Villa Ocampo en Coronda.
Pero a lo que queremos referirnos aquí, es al rol de la policía. ¿No está demasiado desarticulado y desnaturalizado con este tema pandémico? De tener como prioridad evitar y combatir el delito a hacer tomar distancia a los vecinos como si fuera la escuela primaria. ¿Es tan así?
Porque convengamos que este Aislamiento ha servido para darle a los efectivos un antipático protagonismo, porque son los que te tenían que llamar la atención o detener si estabas fuera de los horarios permitidos en la vía pública y sin justificación, encima. Eso, en otro momento, no es delito…
¿Le gusta al policía hacer eso? ¿Acaso su función no es proteger a las personas y a sus bienes? ¿Pero si no… quién lo hubiera hecho? Pensamos que desde la operatividad, el delito bajó casi a cero en Coronda, debido a que los ladrones no pueden andar por la calle porque directamente nadie lo hacía y no había contexto para esconderse entre la gente mientras observaba y planeaba robos. Y a los malvivientes también les dio miedo la enfermedad.
La presencia policial se hizo más que masiva, sobre todo desde mitad de marzo hasta fines de abril, y había arrestos por violar la cuarentena a razón de uno cada dos o tres horas, a diario. Una cosa acarreaba a la otra. Y cuidado… sin la policía en la calle, seguramente no hubiese habido tanto sonido del silencio por las noches. Somos hijos y nietos también del rigor.
Las visitas del oficial a un domicilio pasaron de llevar una cédula de citación por un delito o una falta, a controlar que aquellos cincuenta y pico que habían viajado al exterior, estén en sus casas y no salieran por quince días o hasta el alta.
Esa misma policía, junto a inspectores municipales, otros actores importantes en esta emergencia, evitaban la entrada a Coronda en todos sus puntos neurálgicos –hoy sólo se mantiene frente a la GNC en la Ruta 64- pero en la Ruta 11 hoy ya no hay controles continuos.
En estos días se ha relajado el avistaje preventivo de salida de la gente, por lo que la actuación debe hacerse una vez que éstos ganaron la vía pública. Ponemos al policía en apuros, porque hay un detalle que seguramente usted habrá notado: ¿Por qué en líneas generales los detenidos por contravención al Art. 205 del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio son personas de barrios humildes y o con antecedentes previos en varios casos? ¿Por qué no se detuvo –casi- a nadie de apellido “ilustre” o de los barrios céntricos por lo mismo? La respuesta que encontramos fue la tremenda presión que sufre el policía cuando labra o intenta labrar un acta contra ciertos apellidos… Imagínense secuestrarle su auto…
También es verdad y lo seguimos remarcando. Cuando al colega Juan Carlos Mautoni lo agarraron paseando, como siempre ha hecho, a su perro, no sólo lo llevaron a la Jefatura –quizás justificadamente- sino que mismos policías se encargaron de sacar una foto a su cara y de viralizarla, cosa que repudiamos y de lo que nunca fueron capaces de pedir disculpas desde la Jefatura. Porque cuando hay un ladrón con muchos antecedentes sembrando el temor entre los vecinos, esa misma policía jamás nos da una foto del delincuente y tenemos que apelar a los “extraoficiales” para informar a la gente.
El policía se ha visto expuesto a la pandemia, viaja, va y viene hacia y desde lugares con casos, de los últimos 7 sospechosos que hubo vinculados con Coronda, 6 hisopados se le hicieron a personal de seguridad -5 fueron de la policía-. Estuvo en la calle todo el tiempo, tuvo que discutir con éste y con aquél, arrestó por andar en la vía pública, e indudablemente cumplió un rol antipático en muchos casos.
Pero sin ellos, la ciudad seguramente sería otra. Y en esta emergencia, también el agente ha aprendido más y se ha visto más activo.
Sin embargo, nos preguntamos… ¿Relajó esta función la que habitualmente tienen que hacer? Porque hemos visto lo ocurrido con los robos cuantiosos en Barrio Los Paraísos, un bache de cobertura que no tiene solución a pesar del destacamento allí instalado. ¿Se vende menos droga? Está claro que el índice delictivo descendió con la presencia de la misma enfermedad, porque los ladrones evitaron también salir y exponerse a una detención por andar solamente, sabiendo que los policías los conocen, los tienen identificados y en algunos casos “les tienen unas ganas bárbaras”.
Paralelo a esto, lamentablemente la institución policial vuelve a estar en la picota: demasiados integrantes sospechados de corrupción, y ocurre muy a menudo, cuando hay un caso provincial y resonante de mal comportamiento dentro de la fuerza, alguien de Coronda aparece sospechado o sugerido. Una pena.
Por eso aconsejamos que los jefes policiales estén más cerca de la gente, a través de los medios, que las buenas acciones se informen y no que tengamos que hacer malabares para conocer un acto heroico o positivo de un o una agente. Una interna policial no puede ir en desmedro del trabajo colectivo. Eso es muy argentino y muy corondino, y no nos llevó a nada bueno.
En síntesis… ¿El rol del policía en qué cambió? En que su actuación abarca no sólo al combate del delito, sino a otras funciones que tenía y relajaba para no caer tan mal, más aun teniendo en cuenta que a esos que podía detener o llamar la atención, luego los iba a encontrar en un negocio como civil. En que los mismos ciudadanos tienen que acostumbrarse a que pueden sufrir el llamado de la atención del agente por más apellido reconocido que tenga. En que la relación de las autoridades políticas con las fuerzas de seguridad se aceitó un poco más para bien. En que es el mismo policía el que tendría que sacar los gusanos de la manzana podrida, aunque no es fácil, hay mafias y las mafias sabemos que hacen cualquier cosa con tal de mantenerse.
Siempre se puede estar mejor, pero gracias al rol odioso que le cupo –todavía lo tiene- en esta emergencia al oficial o suboficial de policía es que la ciudad no fue nunca un “viva la Pepa” con todo el peligro que eso traía aparejado. Recordemos además que la función de esta fuerza termina donde empieza la de la Justicia, y esa rama de la seguridad tiene muchas cuentas pendientes con los ciudadanos.
Juan Peratitis