En la mañana de este viernes se desarrolló una importante reunión en Casa de Gobierno entre autoridades provinciales y representantes de la producción frutihortícola especialmente de Coronda sobre la llegada de peones golondrinas desde la provincia del Chaco a las distintas quintas de nuestra ciudad, Arocena, Desvío Arijón, San José del Rincón, entre otras localidades.
La polémica se suscitó en Coronda entre el concejal Claudio Minetto y el bloque del PJ en el cuerpo legislativo -que completa Patricia Núñez- y el mismo intendente Ramírez, que además es productor de frutillas, por la autorización o prohibición del arribo de trabajadores desde el tercer distrito con más casos y muertes de coronavirus del país, como es Chaco.
Participaron el Senador Leonardo Diana, el intendente Ricardo Ramírez y parte de su gabinete, la directora del Samco Silvina Finochietti, representantes de la Asociación de Productores, concejales, y funcionarios de Municipios y Comunas, Producción y Desarrollo Social, entre otros.
Según explicó la Lic. María Belén Sierra, Subsecretaria de Producción Municipal «se acordó el armado del protocolo con las áreas de Salud, Trabajo y Producción, por la Constitución no se puede prohibir la circulación y el trabajo a los ciudadanos argentinos» y aclaró que «esto ya lo estaba trabajando anteriormente con ingenieros y con participación de la Asociación».
El tema constitucional es discutible porque el Decreto 297 de aislamiento social preventivo y obligatorio del Gobierno Nacional se basó en la prohibición de circular de todas las personas -algo de por sí inconstitucional- amparándose en una situación superior como es el cuidado de la salud. Sin embargo, en este tema se pone la cuestión laboral por encima del posible y potencial ingreso del virus a Coronda.
En concreto, la idea es permitir el arribo de los peones pero con la elaboración de un protocolo, que deberá ser autorizado por el Gobierno Provincial y que incluye, entre otras cosas, que los que arriben desde Chaco deberán hacer aislamiento total por 15 días antes de comenzar a trabajar.
Una de las cuestiones era dónde alojar a estas personas teniendo en cuenta que tanto el Club de Leones como el nuevo hospital están reservados para situaciones de urgencia de pobladores locales. Se habló del predio donde funcionaba el Talarico Toreta, en Desvío Arijón, pero también algunos quinteros tendrían lugares propios donde alojar de a grupos a los trabajadores que vayan llegando.
En cuanto a la cantidad, parece que al fin se pusieron de acuerdo. Al parecer, serían máximo 100 y el grueso se necesitaría a fines de julio y principios de agosto, pero con un par de detalles: ya hay en Coronda gente de esa procedencia instalada hace rato, ya sea porque migraron antes de la pandemia o porque ya se habían quedado a vivir en nuestra ciudad.
El Concejal Claudio Minetto afirmó a Veo Noticias que «mantenemos la postura firme de no permitir la llegada este año de estos trabajadores porque el lugar de donde vienen está en emergencia sanitaria, pero de ninguna manera es por discriminación» y agregó que «instamos a que la Oficina de Empleo anote gente de Coronda para que trabaje este año excepcionalmente en la frutilla, para lo cual se los capacitaría en el predio que explota Patagonia Agrícola». Además, el edil peronista afirmó que «los productores se harían cargo del mantenimiento de los peones mientras no puedan trabajar, en todo sentido».
Ante esto, y analizando la realidad del trabajo en cuestión, tengamos en cuenta que la faena de juntador de frutillas no la hace cualquiera y no se puede aprender de un día para el otro: es todo un oficio que requiere de velocidad, precisión, conocimiento de la fruta, acostumbramiento y estado físico. Lo hemos visto en los sucesivos concursos de juntadores que organiza año tras año la Fiesta Nacional de la Frutilla: es todo un arte que necesita de un enorme sacrificio físico y que en Coronda, pocas y pocos saben y pueden hacer hoy en día de manera inmediata.
Desde el otro lado, el intendente manifiesta que es necesario que vengan, sin desprenderse de su rol de frutillero, por lo que explicamos más arriba: no es lo mismo despalillar y embalar, que juntar e insistió en la necesidad de restablecer los controles para ingreso a Coronda, que se han perdido porque desde el Ministerio de Seguridad «aflojaron la rigurosidad y sacaron a la policía, por lo que cualquiera va por donde quiere» afirmó Ramírez. Pero tampoco se puede negar que se agrega un riesgo sanitario evitable.
Eso sí, ante una misma temática como es la prevención del Coronavirus, el intendente se opuso inmediata y taxativamente a la llegada de familiares de presos a la Cárcel de Coronda sin más vueltas pero deja que venga otro grupo de personas con riesgo similar desde lo sanitario -cuidado, no hablamos aquí de la cuestión humana y de conductas individuales y colectivas-.
Otra pregunta que cabe es, si viene un centenar de trabajadores, si el sistema sanitario local está en condiciones de controlar el cumplimiento de las respectivas cuarentenas y qué ocurriría si alguien viene con el virus, aunque sea de manera asintomática. Es un riesgo quizás evitable en pos de mantener una actividad importante, y ambas cosas son ciertas.
La opinión pública está dividida, aunque en líneas generales, el que no tiene intereses creados en la producción considera que lo mejor es que no venga nadie pero anotemos varios detalles: transportistas, distribuidores, repartidores, comisionistas, remiseros, empleados de seguridad, van y vienen y lo han hecho hacia y desde Rosario, Santa Fe -ciudades que tuvieron casos-, Capital Federal, gran Buenos Aires, -ni hablar…-, Córdoba, Entre Ríos. Y son corondinos muchos de ellos. O sea, los riesgos no solamente se corren porque venga gente del Chaco, la potencialidad de contagios está expuesta a diario.
¿Entonces? Es un tema que no está cerrado pero que, en conclusión con la reunión, habría abierto las tranqueras para que los empleados golondrinas que sean necesarios contratar, puedan venir a Coronda aún en el medio de la pandemia más grave de la historia de la humanidad de los últimos 100 años.