Pasadas las 15 de este lunes 23 se generó una tremenda revuelta en la Cárcel de Coronda, de esas de las que se había perdido registro desde el 12 de Abril de 2005, cuando la masacre sesgó 11 vidas de presos y dejó heridos entre ambos bandos y dos guardias tomados como rehenes.
Pasaron 15 años y fue, al parecer, al menos eso quieren hacer ver, la situación de incertidumbre que se vive por el coronavirus. «Cumplan con el protocolo de higiene Covid-19» replicaban pasacalles que los presos usaron para mostrar a los medios de comunicación una vez que se inició este gran revuelo que hasta las 21 se mantuvo.
Consecuencias de la batalla
A esa hora se informó que se había controlado la situación. Hubo dos empleados heridos, uno con ladrillazos de parte de los internos que los arrancaron de los techos y mampostería, y otro por caer desde altura y amortiguarse con sus pies y rodillas, ante lo cual sufrió golpes pero no fracturas.
Del lado de los reos hubo un número no precisado de lesionados, la mayoría con postazos de goma, cuatro fueron derivados al Hospital Cullen por revestir cierto cuidado, mientras que uno murió al parecer por una ejecución perpetrada por los mismos presidiarios durante el tiempo de la revuelta. Se trata de Abel Montenegro, del Pabellón 9. De todos modos se practicaría autopsia para determinar las causas de la muerte.
Superpoblación
A esta situación hay que agregarle un condicionante no menor, y es el que hace tiempo se viene comentando y analizando sobre todo desde la Defensoría General de la Provincia: la superpoblación. Como mínimo hay 500 presos que sobrepasan la capacidad ideal del penal corondino, que es de mil internos, y hoy estaría arriba de los 1600 e incluso hay reos que están alojados de a dos o incluso de a tres en celdas que no superan los 6, u 8 metros cuadrados de superficie. Del mismo modo los reclusos insistían en que las atenciones médicas siempre son demoradas y que había presos con síntomas de distintas enfermedades y no fueron atendidos.
Los presos subieron a los techos, primero en el Pabellón 1, luego en el 3, 5, 9 y 11, especialmente. Luego quemaron colchones mientras las fuerzas de seguridad del Servicio Penitenciario reprimían con balazos de goma primero y gases lacrimógenos después mientras las llamas ganaban uno de los sectores. También destruyeron parte de las instalaciones del Instituto Autárquico Provincial de Industrias Penitenciarias, sobre todo en las áreas de sastrería y carpintería.
Después del video, atacaron… ¿Todo armado?
Curiosamente, la drástica medida de los presidiarios comenzó pocas horas después de que se hiciera conocer un video en el cual un preso era el interlocutor de toda la población carcelaria de Coronda y solicitaba. «Nos dirigimos hacia los jueces, fiscales, Héctor Acuña y autoridades» indica la lectura de la nota. «En la Unidad 1 estamos teniendo inconvenientes con la pandemia, sabiendo que se han tomado medidas sobre el ingreso de visitas a las unidades, estamos de acuerdo, a evitar el contagio hacia nuestras familias y vidas» pero las autoridades «no están cumpliendo con la cuarentena, hacen cambios de guardia por semana y no están tomando precauciones, ni enfermeros, ni maestros, sabiendo que hay personal que ha vuelto de vacaciones de Brasil, Paraguay y no están usando ni guantes, ni barbijos ni cumplen con los artículos de limpieza».
«No nos dejan pasar alimentos sabiendo que la comida que nos dan es incomible, y le hacemos saber que la cárcel está superpoblada, y la mitad está para gozar beneficios como salidas transitorias, sabiendo que la unidad no cumple con su trabajo, queremos a los medios, jueces y DDHH, y haciéndoles saber que vamos a tomar todas las medidas necesarias hasta tener respuestas, para que no digan que Coronda armó un motín, sólo peleamos por los derechos que la ley nos dice» continuó el preso encapuchado en el video.
Aseguraron que aislaron un pabellón en Las Flores y otro en Piñero, dando a entender «que nosotros vamos a un pabellón a morirnos, mientras ellos van a un hospital a ser atendidos, entonces nos dan a entender que están haciendo abandono de persona».
Final, por ahora
Luego de una decena y media de años, el dramático cosquilleo corrió por las venas de toda la población, que de una u otra manera conoce al menos a una persona que trabaja en la Cárcel. Rezos, cadenas de oración, consultas, e incluso las lamentables cadenas de textos o audios que sólo generaban más temor. Para dar por finalizada la tarea, los Bomberos Voluntarios apagaron todos los focos ígneos generados en esta histórica y tremenda jornada.
Ahora, habrá que analizar: correcciones, omisiones, errores, de un lado y del otro y acomodar todo lo que haya que acomodar, para los empleados, para los presos, y a favor de una ciudad que sufre cada vez que pasa algo así.