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Las mismas causas que motivaron los motines en la Unidad 1 de Coronda y en la Unidad 2 de Santa Fe continúan vigentes: pedidos de los presos por mejoras en la atención de la salud sobre todo en base al Covid19 y las libertades que deberían continuar o darse y no se están otorgando, que llevarían alivio a la superpoblación carcelaria, teniendo en cuenta que hay unos 1600 internos en la penitenciaría corondina contra los mil que debería haber cuando mucho.
El nuevo petitorio de los mal llamados «privados de la libertad» fundamenta “este pedido en la grave situación de vulnerabilidad en la que nos encontramos debido a las condiciones del encierro, agravadas en el marco de la pandemia. Esto nos genera mucha incertidumbre, que en la mayoría de los casos se traducen en angustias, que se ven amplificadas por la privación de libertad”, concluyeron. Exigen salidas transitorias, libertades asistidas o condicionales en los casos en los que ya debería existir decisión judicial para descomprimir las cárceles, abarrotadas de internos y a la espera de que se termine la Cárcel Federal de Coronda que recibirá a 464 reos.
Lo único que ha cambiado es que existe una Mesa de Diálogo pero se ve que no está dando los resultados que se esperaba.
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En este caso en la Unidad 1 comenzó una huelga de hambre y laboral en los pabellones 1, 8, 9, 10, 12, 13, 14 y 17 y en las llamadas auto disciplinas, tanto en el módulo norte como en el sur.
De la misma forma, quienes decidieron ir a trabajar de todos modos son los internos de los pabellones 3, 4, 5, 6, una parte, 7 y 11, lugares donde funcionan iglesias evangélicas que apoyan en sus reclamos al resto de la población pero no adhieren a este tipo de medidas.
Muy llamativa la situación paradójica, contradictoria y digna de María Elena Walsh, que se da en este caso en este presidio, pero que es habitual en muchos: los internos agrupándose para pedir por sus derechos, con delegados al mejor estilo sindicalistas, con reclamos, petitorios, huelgas y hasta con la cohersión de generar hechos violentos. Es una agremiación de hecho, no se puede negar esa organización. Y, sin embargo, del otro lado, los empleados siguen con un régimen tanto para penitenciarios como para policías que les impide agremiarse por cuestiones reglamentaristas, de poder y autoridad, y por la característica piramidal de estas fuerzas de seguridad. Cuando tienen un reclamo, lo tienen que llevar -en el anominato- a medios de comunicación y a dirigentes políticos porque si no, no hay manera de pedir por mejoras.
Las carencias de profilaxis por el Covid existían de los dos lados y de alguna manera los reclusos le dieron una mano a los trabajadores que con toda esta movida -motines incluidos- mejoraron su situación.
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