Están los que nacieron aquí. Están los que vinieron al mundo por unas horas en otro lugar pero que toda su vida estuvieron acá. Están los que por algún motivo del libreto del destino, fijaron su residencia en este sitio plagado de frutillas. Todos somos corondinos. Los que tuvieron indicado el nacimiento, los que la eligieron, los que llegaron porque no había otras chances.
Coronda es una ciudad con tanto potencial que si nos diéramos cuenta de que somos nosotros mismos los que nos boicoteamos, tendríamos Diego Ramírez, Stuart Verdoljak, Bruno Lemaire, Juanjo Aneiros, Diego Arolfo y muchos más, todo el tiempo.
Ciudad de jóvenes valiosos, inteligentes, formados. Ciudad de adultos divertidos, sociables y costeros. Ciudad de abuelos con miles de historias y plagados de sabiduría.
Una comarca que se dice pueblo a sí misma porque “nos conocemos todos”, porque somos tan curiosos que a veces nos “zarpamos”. Porque en vez de calles seguimos diciendo referencias.
Con una Escuela Normal que ya no lo es pero que sigue brillando como tal y jamás perdió su nombre… ni Galisteo ni Gervassoni se lo quitaron. Con una historia tan rica en educación que nos han halagado las Cosettini, la Storni y la Arias, que cada rincón tiene escuelas para que nadie diga que no fue una blanca palomita alguna vez.
El poblado que vio nacer al gaucho real más famoso del país… porque Martín Fierro fue imaginación de José Hernández, pero Segundo Sombra fue la historia de Güiraldes y nació en la Coserco.
¿Tu ciudad fue capital del país? La mía sí… Santiago Derqui fijó despacho y cuando la Capital Federal no existía, cada vez que el titular del ejecutivo paraba a dormir en algún lado, ese sitio era la Capital Federal. Derqui estuvo dos días en Coronda y por ende fue capital nacional… ¿Sabés qué pasa? Es que somos de Coronda racatacatá…
¿Sabías que lo desvirgamos cinematográficamente a un tal Roberto Sánchez, conocido mundial y “femeninamente” como Sandro de América? Si el microcine lo sabrá… Las calles de Coronda quedaron filmadas para siempre en 1966 con Tacuara y Chamorro… ¿Cuántos pueblos tienen su película?
Por esas cosas de la vida, vos, amigo con acento a peperina y “vosh” querido porteño… ¿Sabían que Córdoba y Buenos Aires se engendraron en Coronda? ¿Cómo es eso? Jerónimo Luis de Cabrera y Juan de Garay se encontraron en lo que hoy es la costanera principal –no estaba Pascual, aclaramos- y diagramaron las fundaciones de dos de las ciudades más importantes de la Argentina… ¿Queré maz? Diría un cordobés, ya que estamos.
Y te doy más… Un tal Charles Darwin, creador de la teoría de la evolución de las especies fue un gran viajero. Y estuvo en Argentina… A ver si esta frase te gusta: “Pasamos por Coronda, el cual, dada la exuberancia de sus jardines, fue uno de los pueblos más bonitos que vi”. Bueno… lo dijo en inglés el chabón: «We passed through Coronda, which, given the exuberance of its gardens, was one of the most beautiful towns I saw»…
A esta altura tendrás el pecho como un murallón, como esos de la cárcel que tantos dolores de cabeza nos da pero por la que han pasado casi todas las familias de las últimas cinco generaciones de corondinos. Alguna vez fue modelo y los presos se ponían en hilera como en los partidos de fútbol y saludaban a sus autoridades… tan Modelo era que hasta Tita Merello y Luis Sandrini querían venir…
Que Manuel Belgrano haya pasado por acá y reclutado soldados para su ejército, es otro detalle. Que Nicasio Oroño haya sido gobernador, que Urquiza se haya ensombrecido con un ombú, que miles de nadadores hayan sentido en la piel el agua marrón en la «más linda del mundo»… que los personajes urbanos resucitan en cada Nostalgia del turco… Nos carga las canastas de orgullo, así como hace cien cosechas se viene juntando la fruta más rica del mundo… Nuestra frutilla.
Coronda. Cuna de maestros y poetas. Y de guardiacárceles, y policías, y pescadores, y héroes de Malvinas, y juntadores, y embaladores, y productores, y comerciantes, de reinas, y municipales, y empleados públicos, y estudiantes, y cantores, y guitarreros, y bailarines, y vagos y amigos y más amigos.
En estos días de encierro, de motines, de ponerle stop a la tradición del diario vivir de Coronda, nos damos cuenta que por primera vez un 28 de Marzo no está ella. Ella. La que generó que hoy festejemos nuestro cumpleaños, corondinos… Hoy no está Tila, que con su cuerpo desgastado y su mente veinteañera nos estaría deleitando con una clase de historia.
Somos de Coronda, racatacatá. Si en pandemia y encerrados podemos batir cacerolas como si estuviéramos en el mismo lugar, si nos damos el lujo de cantar el Himno como si nos encontráramos todos en un acto… ¿Cómo no vamos a poder caminar juntos por nuestro progreso, de una vez por todas?
No nos olvidamos del originario, que hoy no festeja y que es el dueño de nuestro nombre y que alguna vez será el titular de un monumento que los honre por habernos dado la vida, aunque los “civilizados” se las quitamos.
“Vuelvo en cada copla… que vuela en mi alma, sólo mi Coronda vuela en mi canción, sus recuerdos indios en el viento soplan, sobre las melenas de un sauce estoy yo, jinete es mi alma, montada en un vino, río de mi sangre que brota en tu piel, las calles de tierra que mis sueños pisan… mi Coronda, Reina de un Amanecer”.
Hasta a mí se me escabulleron unas lágrimas escribiendo esto… así que debe estar bueno este texto. Gracias Coronda, por el racatacatá de cada día y por la inspiración de despertar y seguir… hasta que seamos arena…
Por Juan Peratitis