Según trascendió extraoficialmente, habría 10 empleados de la Unidad 1 con coronavirus. A esto hay que agregarle personal que va a distintas unidades, como los de comisiones de traslados, que son 4 los enfermos.
Como ocurre generalmente en estos casos, los trabajadores no pueden expresarse porque tienen prohibida la agremiación e incluso exposiciones públicas sobre reclamos, pero entre otras cosas hemos recibido en nuestra redacción distintas inquietudes, que son similares a lo que ocurría en el penal antes del motín del 23 de Marzo del año pasado.
Como muestra… varios botones: falta de elementos de higiene hasta el punto de haber puesto 100 pesos por empleado para hacer «una vaquita» y comprarlos; el uso del fichero del personal, que es tocado por unas 500 personas y que no estaría todo el tiempo con alcohol ni sanitizado; posible pedido a guardias de que vuelvan antes de sus aislamientos; recargos demasiado extensos ante la falta de personal y la no incorporación de unos 45 que ya aprobaron todo hace dos años, por ejemplo. «Tenemos que llevar platos para comer porque no nos dan porque están ahorrando detergente»… ¿Será tan así? Y obviamente la queja hacia la calidad de la comida para el empleado común apareció detrás.
Todo parece estar pensado para el preso: los trabajadores penitenciarios no tendrían soporte para complicaciones de salud, ni un hospital de campaña, ni sectores de aislamiento…
Ni hablar de la falta de vacunación del personal cuando en cambio la policía ya fue inoculada. Nos detenemos en este tema: no descartan que personas con Covid hayan podido entrar a la cárcel como visitas, contagiado a internos para llegar a 18 de golpe cuando el año pasado la filtración fue muy escasa e insistimos con la necesidad de que sean vacunados, que es tan grande que parece increíble que todavía no lo hayan hecho con los 3700 trabajadores que vigilan a los más de 7100 presos en la provincia.
Recordemos que unos 400 corondinos viajan a diario o periódicamente a otras unidades penitenciarias, por lo cual el riesgo es mayor y se minimizaría con la aplicación de la vacuna, quizás poniendo primeros en la lista a los que se desplazan hacia lugares con más contagios, como Rosario -Piñero, Pérez, zona de influencia- o Santa Fe.
Y no nos olvidemos que esos cientos de trabajadores vuelven a sus casas, con todo lo que eso significa hoy para diseminar un bicho que parece inmortalizarse cada día más.
Por todo lo expuesto… ¿Quién piensa en los empleados penitenciarios? Nadie les puso una pistola en la cabeza para ser agentes, pero siempre se puede buscar estar un poco mejor…