El 30 de Agosto de 2017 fue el último día de la vieja vida de Analía Pernuzzi. Porque a partir de allí su existencia cambió para siempre.
A las 11 ya llegaba tarde a una reunión en San Genaro, cuando en la Ruta 65, pasando Díaz, el automóvil que la prestigiosa abogada manejaba, se fue del camino con tanta violencia que esta profesional corondina puede decirse que está viva de milagro.
Este 29 de Mayo, 2 años, 8 meses y 29 días o lo que es lo mismo, 1003 jornadas después de aquel despiste, culminó una etapa dura, digna de una guerrera, que implicó tanta paciencia como apego a la vida.
“Me dieron el alta domiciliaria, es decir, no es necesario más ir al centro y no es recomendable estar internada tanto tiempo pero tenés que seguir con la rehabilitación, en mi caso por la cuarentena viene un kinesiólogo, las enfermeras y las cuidadoras a casa y después voy a ir tres veces por semana a Santa Fe para hacer kinesiología, terapia ocupacional e hidroterapia y luego la atención y luego seguiré con el cuidado de enfermeras y acompañantes en casa” indicó Analía a Periódico Corondino.
Antes, en su muro de Facebook había publicado “Y fueron casi 3 años desde el martes 5 de setiembre de 2017 que ingresé en Aprepa, un Centro de Rehabilitación ubicado en San Gerónimo Sur (6 días después de que sufrí un accidente en el auto) hasta el viernes 29 de Mayo que me dieron el alta domiciliaria para seguir rehabilitando desde mi hogar. Cómo contar lo vivido en todo este tiempo, un mundo totalmente desconocido para mí al que me fui adaptando, un aprendizaje inconmensurable, dolor, frustraciones, alegrías, logros pero lo que jamás había imaginado es la calidad de personas que allí me ayudó, que me apuntaló, profesionales increíbles pero por sobre todo grandes seres humanos, nobles, sensibles, con una vocación inclaudicable, admirable, envidiable, que trabajan con amor, en silencio, sin que nadie sepa de su esfuerzo diario con la única y gran recompensa de vernos alcanzar algún logro o quizás no pero habiéndolo dado todo, todos los días” y sobre todo “así trabajamos, yo hice lo mismo, lo di todo, no me dejé nada y me enseñaron a vivir de otra forma pero a seguir viviendo…” mientras que luego agradeció individualmente a todos los que estuvieron con ella y fueron parte de esta rehabilitación.
Las consecuencias del accidente fueron tremendas: problemas permanentes de movilidad por cuadriplejia espástica, con luxación de dos vértebras, daño en la médula, con movilidad limitada a los brazos, con dolores, problemas en varios órganos, aunque intacta en cuanto a todas las funciones cognitivas y en el aparato respiratorio.
Durante este proceso, entre otras tantas personas que fueron especiales, se destacó otra corondina: María Cecilia Goldy, quien tuvo vivencias y sufrimientos muy similares que las llevó a estar juntas en la rehabilitación pero asimismo a forjar una amistad inconmensurable basada en el “darse fuerzas” mutuamente. Recordemos que la empleada de la Estación Río Coronda Shell había tenido un accidente similar, sin participación directa de terceros, con su auto que cayó a un zanjón en la Ruta 36 –denominado Camino a Matilde- el jueves 12 de Julio de 2018 a las 23 horas.
La doctora Pernuzzi había escrito unos meses atrás: “Aunque soy abogada, paradójicamente toda mi vida le he dedicado más tiempo y me he abocado al tema del sentido de la vida, es una pasión, el pensamiento, el sentimiento, lo que es todo un desafío ahora es aquietar esa mente, controlar esa cabeza, para que quede aquí, hoy, ahora, que no piense, ni para atrás porque resulta terrorífico lo que era mi vida absolutamente feliz en todo sentido comparado con este hoy, y que tampoco se vaya y piense en el mañana en el futuro porque por más positiva que naturalmente sea, ese futuro puede pintar duro y oscuro y sobre todo absolutamente distinto al que imaginaba” y “sólo pido seguir teniendo paz interior”.
Con la fe intacta en Dios porque “somos seres engreídos que nos creemos dioses” entonces “ahora sigo adelante. Sin pensar… tan sólo viviendo…”. Analía va… con un alma que es el motor de su nuevo y difícil diario vivir… El motor de una locomotora que no se rindió ni aún rendida.