Es verdad que la enfermedad ELA –Esclerosis Lateral Amiotrófica- conlleva riesgo de muerte, pero a juzgar por el esfuerzo de gran parte de la comunidad para que el Negro Horacio González estuviera bien, la novedad de este martes fue un balde de agua demasiado helada.
El pedestrista, de 57 años, falleció luego de padecer este mal desde hacía 20 meses ya, lo que fue deteriorando su salud rápidamente ya que la ELA es una enfermedad neurodegenerativa cuya principal característica es una debilidad muscular progresiva. Esto se produce por la degeneración de las neuronas motoras a nivel del tronco del encéfalo y médula espinal.
Nada consuela a ninguno de los que estuvo ahí “al pie del cañón”, pero la comunidad hizo que Horacio estuviera lo mejor atendido posible, con una enfermedad que parece generar más resistencia en las personas con los recursos económicos de sobra.
Colectas de dinero a través de la iglesia local, que se portó muy bien, especialmente el padre Sergio Capoccetti. La compra de un Split frío calor, la recolección permanente de fondos para ayudarlo tanto en su vida diaria –recordemos que ya no podía trabajar y estaba en silla de ruedas- como en el tratamiento propiamente dicho de su padecimiento.
Sus camaradas, amigos, compañeros, de carreras, de duatlones, triatlones, maratones, de mates, de comidas, de charlas, lo tuvieron presente todo el tiempo de manera activa. Se organizó una correcaminata para juntar fondos y ayuda en alimentos y elementos de higiene, se le compró un sanitario, se preparaba para el 15 de diciembre una carrera, caminata y bicicleteada más para seguir recolectando dinero para que no perdiera calidad de vida, fue realmente muy emocionante lo que tanta gente hizo, de corazón, por un tipo que generaba eso: empatía.
Estuvo más de 40 años en el mundo del deporte, siempre sano, pero le tocó a él una enfermedad hasta discordante con la forma de cuidarse que tenía, si a la bicicleta la usaba hasta para trabajar, ya que durante años fue canillita y los diarios se leían en casa gracias a Horacio que los entregaba en mano.
Lo han dicho muchos en sus cálidas y sentidas despedidas en las redes sociales, a pesar de todo lo que le pasaba que hasta casi le apagaba la voz, nunca dejó de aconsejar, de dar una palabra de aliento, de amar a sus seres queridos, a su familia.
Sus restos son velados en la Cochería Romagnoli y recibirán cristiana sepultura este miércoles a las 9 en el cementerio municipal. Fue un luchador y no dejó de hacerlo hasta su último suspiro. Por eso, que su sacrificada vida, durante la cual tuvo muchas pérdidas y supo reponerse, sea ejemplo de superación para los que se rinden ante el primer obstáculo.
A pesar de los pesares pudo ganar la carrera de pasar por esta existencia terrenal y de que su nombre y su recuerdo jamás van a desaparecer.
Claro. Que nunca se olviden de este simpático morocho, de ese “Negro” que le sonreía a la adversidad más empecinada, y que pese a las trompadas al mentón de la vida, nunca perdió la paz, esa que se ganó definitivamente en el cielo de los inolvidables por haber sido un gran deportista, un padre amoroso, un hermano excelente, un amigo entrañable pero por sobre todas las cosas, un buen tipo.
Descansa en paz Horacio.