Hay dos momentos sensibles en la historia penitenciaria santafesina. Uno es el motín de la Cárcel de Las Flores de 1999, en el norte de la capital provincial, cuando el 16 de Agosto el interno Facundo Castro le pegó un tiro al guardiacárcel Marcos Sánchez -hoy la Escuela Penitenciaria lleva su nombre- causando al otro día su muerte.
El otro hecho fue el 12 de Abril de 2005, cuando 13 reos rosarinos murieron a manos de reclusos santafesinos en la Cárcel de esta cabecera departamental, en un hecho que fue conocido como «La Masacre de Coronda».
Tras esta última situación hubo descanso: si bien los hechos de violencia se dan periódicamente y se conoce de suicidios, y ajustes de cuentas entre los mismos presos, un suceso como el del lunes pasado no se daba hacía una década y media.
Coronda y la cárcel, unidos por la historia
Los corondinos sabemos eso de tener el corazón en la boca con este tipo de situaciones y más lo padecemos no sólo por temor a alguna fuga individual o masiva, sino porque nos preocupa la integridad física de papá, de mamá, del hermano, el esposo, la novia, la hija, el hijo, el amigo, el conocido o el vecino en su rol de empleado o guardia cada vez que hay un motín.
Cuando ocurren estos graves hechos, al unísono los trabajadores carcelarios piensan en Marcos… Y se angustian, pero cumplen con su deber.
Esta ciudad tiene incrustada en su identidad a la cárcel. El 12 de Agosto de 1933 entraba la primera guardia armada al Instituto Correccional Modelo de estilo auburbiano y la historia local se modificaba para siempre. Cinco generaciones ya de corondinos han sabido lo que es trabajar en una penitenciaría. Hace pocas semanas se abrió nuevamente la inscripción para ingresar a las fuerzas carcelarias y una vez más Coronda, junto a Rosario, Santa Fe y Laguna Paiva, fueron las localidades con más demanda laboral de este tipo.
Igualmente, es un trabajo requerido
Pese a los riesgos, a las vicisitudes y a la exposición mental y física que implica ser un agente de custodia, la mayoría de los anotados son jóvenes que consideran que esos peligros se atemperan porque con 18, 20 años, pueden tener trabajo con un sueldo de arranque de unos 30 mil pesos, obra social, aportes jubilatorios y estabilidad laboral, y con un curso que suele ser de seis meses y dentro del cual ya el aspirante cobra.
Primer motín, el lunes
El lunes pasado, unos 300 internos de 4 pabellones rompieron y quemaron parte de las instalaciones, destruyeron los talleres del Instituto Autárquico Provincial de Industrias Penitenciarias IAPIP -entidad de labor terapia para los mismos presos- y como paradoja de lo que simuló ser como cuestión principal un pedido por mejor atención sanitaria y más efectiva profilaxis en relación al coronavirus, los reclusos prendieron fuego a 10 mil barbijos que se hacían en el IAPIP.
Anoche, otra vez
En la noche de este miércoles y durante algunas horas de la madrugada del jueves, unos 160 internos del Pabellón 4 se rebelaron encendidos por abstinencias varias y por la negación local de permitir que las visitas lleguen a entregar alimentos, elementos y dinero a la cárcel -cosa que tuvieron que hacer en la ruta-. Salieron desde el segundo piso con el objetivo de tomar el penal, pero la guardia armada pudo retenerlos haciendo tiempo para que los grupos de choque -GORO y GOEP- llegaran y abortaran el intento de control de la unidad, que hubiera sido desastroso porque si tomaban rehenes, el escape podría haber sido una clara posibilidad.
A las 3 de hoy jueves fueron recluidos todos los internos, dejando como saldo esta vez varios reos contusos, uno derivado al Hospital Cullen y sin lesiones para los guardias. Como si fuera poco el temor, los audios de whatsapp que se viralizan referían a fugas y muertos, cosa que luego fue desmentida, pero mientras tanto el miedo de la población crecía.
Cacerolas por los penitenciarios
En el mediodía del jueves 26, los corondinos decidieron adoptar una medida de protesta, y como no se pueden hacer concentraciones, decidieron organizar un cacerolazo desde la puerta de cada uno de sus domicilios, para exigir mayores medidas de seguridad e higiene para los empleados carcelarios, y endurecimiento del régimen para los reos que ocasionen disturbios. Esto se repetía a las 20.
«Que lo sepan los medios nacionales» pedían las vecinas mientras le daban sin lástima a sus viejas budineras, ollas y cacerolas. Y tienen razón. Eso intentamos enviando este artículo a varios de ellos…
Entonces fue que el silencio del menor tránsito vehicular y de personas hizo que una verdadera orquesta de elementos ruidosos tronara en el cielo corondino como una oración que se eleva a la Virgen del Carmen para que las autoridades tomen nota, hagan algo y los trabajadores penitenciarios estén mejor protegidos, y no sólo por la divina providencia teniendo en cuenta además que está en construcción el Centro Federal Penitenciario del Litoral Argentino, llamada Cárcel Federal, y que espera albergar a 464 internos más, como si fuera poco…
Una ciudad presa de un destino que aceptó, pero que angustia y mucho, de vez en cuando, pero cada vez que ocurre nos pone los pelos de punta a los 20 mil habitantes de esta ciudad que vivimos de los muros hacia afuera.
Por Juan M. Peratitis.