La localidad de Arocena fue en sus inicios un camino principal y un caserío, viviendas asentadas sobre barro y techos de paja, donde vivían los gauchos.
La historia de esta hermana población comenzó el 15 de Junio de 1891, cuando los hermanos Lucio y Clodomiro Ledesma donaron los terrenos para habilitar la Estación del ferrocarril, en torno a la cual se establecería la población. De hecho, el nombre del pueblo se debe a Rosario Arocena de Ledesma, madre de los donantes del lugar.
El día que se inauguró la Estación, está considerada como fecha de fundación, aunque no hay pruebas de ello ya que no existen documentos que lo avalen más allá de lo consuetudinario.
Años más tarde, a pedido de los colonos que habitaban estas tierras, precisamente un 7 de Octubre de 1897, se bendice y funda la Parroquia, quedando instaurado ese día, como el día de la Santa Patrona, en honor a la advocación de la Virgen María, Nuestra Señora del Rosario, quien hizo su aparición, según cuenta la leyenda, un 7 de Octubre de 1208 en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia).
Cada 7 de Octubre es el Día del Pueblo y el festejo oficial de parte de la comuna, que a su vez fue fundada como tal el 8 de Agosto de 1912. Hoy se recuerda un primer hito en la vida de los vecinos arocenses, localidad comandada por Osvaldo Lombardi, del Partido Justicialista.
Desde la independencia, la zona era conocida como Colonia Colastiné, debido a la cercanía con el arroyo, siendo un lugar de viviendas rurales y parada obligatoria para el descanso, el cambio de caballeriza y la preparación de los viajeros que iban camino a Buenos Aires.
En esta misma zona, el entonces gobernador y caudillo de Santa Fe, Estanislao López -de quien hoy se recuerda el aniversario de su muerte, casualmente- compraría un terreno a Nicolás Osuna en 1832, donde luego construiría una casona, que visitaba con frecuencia hasta su muerte en 1838.
Esta casona, conocida hoy en día como la Estancia Colastiné, o del Brigadier, contenía características arquitectónicas coloniales italianizantes, con una planta dispuesta en forma de herradura, un patio interior bien marcado, como marcaba la costumbre, dos grandes puertas desde los laterales, y un sótano que guiaba a tres túneles para escapar; uno hacia el norte, otro al sur, hacia el antiguo Camino Real, y el restante hacia la costa.
Luego de la muerte del brigadier, la casona tuvo varios dueños, entre ellos, entre ellos la familia Ledesma Arocena, quienes añadieron la cubierta de tejas francesas y los arcos con moldura. Esta zona rural es lo que se conoce hoy en día como «Arocena Viejo», ya que con la llegada del sistema ferroviario argentino y la instalación de una estación en el distrito, se produjo la migración de una gran cantidad de lugareños para establecerse en las cercanías de los rieles.