Se habla de cambios generacionales en la política, se menciona tanto el tema juventud en cuanto discurso demagógico que se escucha o ve por allí, los referenciamos como el gran tesoro del mundo, sin embargo los espacios gubernamentales para la juventud, en cuanto a políticas planificadas para este sector etario, prácticamente no existen y se resumen a actividades sueltas, de vez en cuando.
Promover equipos con espacios de atención, con talleres grupales que cuenten con psicólogos, psicopedagogos, terapistas, ginecólogos, médicos clínicos, con agenda permanente, actividades programadas, enseñanza de oficios, desde el Estado municipal, desde el sector privado, en combinación con los clubes que son fundamentales para los jóvenes y un nexo fenomenal para estimularlos y darles muchas enseñanzas y con auxilio de los cultos en la contención espiritual de jóvenes y sus familiares. No sólo hacer referencia a la religión abstracta, sino poner en territorio acciones piadosas por la vida.
Temas como enfermedades de transmisión sexual, adicciones, suicidio, género, conducción responsable, trabajo, orientación vocacional, talentos, relaciones familiares, deporte y salud, comunicación, espiritualidad, entre otros. Hacer campañas desde el Municipio con agenda sobre temas vinculados a la adolescencia y juventud, del pibe del centro, del barrio y de la villa. Hay mucho por hacer y lamentablemente muy poco construido. La política se preocupó más porque voten a los 16 años que por defenderlos ante tantos males que los rodean como cocodrilos a su presa.
A continuación, una interesante columna de opinión de una prestigiosa profesional de nuestra ciudad, basada en algo que viene aumentando, que se mantiene en silencio en la agenda gubernamental y de salud y que necesita un tratamiento colectivo urgente: el crecimiento dramático de los intentos y o suicidios adolescentes en nuestra ciudad de cinco años a esta parte, por lo menos. Sirva como disparador para que realmente les demos herramientas a nuestros pibes para que siempre se encuentre una luz en donde resguardarse del lado de la vida.
S.O.S. ADOLESCENTES
La adolescencia es un período único e irrepetible es una etapa de desarrollo plagada de cambios estresantes, donde se producen, cambios corporales y esos cambios a veces conllevan sentido de inadecuación (trastornos de la imagen, alimentarios) conductas de abuso y consumo de sustancias, vivencias de baja autoestima, autopercepción negativa, en casos más extremos bullying, cambios en pensamientos, el cerebro sufre un bombardeo hormonal, eso despierta ansiedades, miedos, inseguridades, episodios de pánico, estrés, episodios múltiples de angustia y cambios en sentimientos, irrupción de impulsividad, llanto inmotivado, aislamiento, contestaciones inapropiadas, sumado a que su comportamiento siempre va a remitir a lo vivenciado en su infancia, al contexto a su experiencia de vida, a su niñez, perturbada o feliz, etc.
Los fuertes sentimientos de confusión, miedo e incertidumbre, sentirse perdido, bombardeado por los medios con figuras de éxito a corta edad, eso opera como presión para tener éxito, para tener dinero, la contradicción social “chicos para trabajar, grandes para consumir”, sacudidos por el “tener para ser”.
Una etapa donde la pertenencia a grupo de pares es muy importante, donde ser aceptado es parte del crecimiento, encajar, pertenecer, ser.
La capacidad de pensar sobre nuevas cosas, los nuevos sentires, influyen en las capacidades de un adolescente para resolver problemas y tomar decisiones. No siempre cuentan con el apoyo adecuado, con la escucha atenta, con la mirada de los padres, a veces aprenden a andar solos de un lugar para otro, sin que nadie repare en sus necesidades o sentimientos, abrumados por tantos cambios, se van ensimismando metiendo para adentro, a mayor silencio mayores indicadores de que algo puede estar mal.
Si bien no es para alarmarse, el chico callado, que no sale, que no tiene amigos, que no habla que no llora, no discute, o que pasa mucho tiempo encerrado, a veces es un joven que necesita que reparen en él, encontrando en el aislamiento la forma de pedir ayuda.
Para algunos adolescentes, los cambios normales del desarrollo, cuando se combinan con otros eventos o cambios en sus familias, como el divorcio o mudarse a una comunidad nueva, cambios de amistades, dificultades en la escuela u otras pérdidas, pueden ser muy tristes y volverse abrumadores.
Los problemas pueden parecer muy difíciles o embarazosos de superar. El suicidio puede parecer una solución para algunos, extrema, dramática. La difusión de hechos parecidos conlleva en algunas sociedades al contagio psíquico y la posibilidad del desarrollo de ideación suicida, en otros adolescentes que no encuentren el camino.
A veces hablar con algún profesional de salud mental, con algún referente de importancia para el joven (abuelos, padre no conviviente, padrino, madrina, entrenador, profe, etc.) suelen ser formas de abrir el diálogo, de que puedan expresarse, de sentirse escuchados.
Siempre que haya habido un intento, puede haber otro, como forma de terminar con lo que se viene ideando. A estar atentos, a incluirlos, a alentarlos a participar de instituciones, grupos, practicar deportes, invitar a amigos a casa, conocerlos, tratarlos, acompañarlos en sus estudios, ser claros, no tener discursos ambiguos, tratar de acompañar sin asfixiar, no imponer familias ensambladas, ni nuevas formas de vida de parejas nuevas, se puede compartir tiempo con un hijo no conviviente, mirando un partido, pescando, tomando tereré en el río, dedicarles tiempo de calidad. Recordar que todos fuimos jóvenes alguna vez, tener paciencia, acompañar, amar, respetar, escuchar, reír, son formas de prevenir, sé que hay muchas más, y que ustedes aplicarán para acompañarlos las veces que puedan.
Por la Psic. Fabiana Mora Das Anjos – Mat. Nro. 3676