Alfonsina Storni es una poetisa que adquiere renombre en la literatura argentina como figura destacada con visos de leyenda. Esto no solamente por lo valioso de su producción poética, sino también porque se convirtió en símbolo de la mujer independiente, de la escritora profesional (entendiendo por profesional: la que vive o intenta vivir de su actividad).
Para los corondinos adquiere mayor notoriedad su figura porque fue vecino y estudiante en nuestra localidad, entre 1909 y 1910 y volvió varias veces a Coronda.
A manera de homenaje, al cumplirse este martes los 84 años de su suicidio en Mar del Plata, tras no soportar padecer cáncer de mamas, convocamos a la Prof. Belkys Larcher de Tejeda, una de las ensayistas principales de su obra, y con mucho placer presentamos su trabajo:
Alfredo Veiravé sostiene que la voz poética de Alfonsina tiene matices subjetivos con el empuje vital de una formación romántica. Publica sus obras entre 1916 y 1938 y “cumple una trayectoria que va desde el ingenuo romanticismo hasta las puertas del surrealismo, al que intentó penetrar con el juego barroco de su lirismo hermético y con la fuerza de los “anti-sonetos” de los últimos años de su vida”.
Más allá de las primeras inquietudes románticas, de esas floraciones amorosas que se abrían hacia la luz de la primavera, aparece la mujer como protagonista de esas confidencias sentimentales, según los cánones del siglo XIX: Los desbordamientos íntimos, así, no eran parte de un exhibicionismo grosero sino la participación afectiva del lector en la obra.
Una de las influencias más notorias de su poesía, como en la de la trágica Delmira Agustíni y la sensualidad individualista de la Juana de Ibarbourou del comienzo, es la del modernismo de la primera etapa de Rubén Darío.
Allí está la celebración del mundo de los sentidos, en el que la naturaleza dionisíaca es celebrada directa y espontáneamente, sin rodeos. Hay un cierto panteísmo y una exaltación metafórica del bienestar sensual de la tierra. Pero en Alfonsina pronto se reconoce el verdadero núcleo de su problemática: el mundo de la mujer opuesto al mundo del hombre, ese “dulce enemigo”. Poco a poco desaparecen las mieles románticas y surge una toma de conciencia del rol psíquico y social de la mujer, para ella un “estigma” frente al patriarcado masculino, mayoritariamente aceptado.
Sostiene una posición crítica, casi de denuncia social, que se expresa con mayor libertad en “lo autobiográfico de todas las mujeres parece encarnado en la biografía de Alfonsina Storni”. (Veiravé).
Es decir, su actitud de coraje y rebeldía, conforma un mito que es abrazado de inmediato por todas las mujeres del país.
En 1925, con “Ocre” se cierra esa primera parte de la obra lírica de Alfonsina, con lo que se inicia el período de su madurez literaria.
En un estilo personal que la distingue, se entremezclan la veta intimista de su esencia romántica y las nuevas formas poéticas del modernismo. Precisamente, después de 1920, en el país toma fuerza las tendencias ultraístas- absorbidas por el “martinfierrismo” después – y las realistas.
Alfonsina aún conserva su raíz romántica, pero con “Ocre” tiene la mente lo suficientemente abierta para cambiar el rumbo de su poética. Algunos aspectos del modernismo seguirán latentes en sus obras posteriores, y en ésta, los rastros del impresionismo descriptivo y la renovación de los recursos expresivos, como el detenimiento sensual en los estímulos sensoriales, con llamativas sinestesias.
Pienso que esta obra “Ocre” es un mojón, un punto y aparte dentro de su poética, porque se advierte en ella una serenidad de espíritu, un esbozo de ternura más abarcativa, aún cuando se expresa frente al “amo del mundo”. A partir de esta obra, se constituyó en figura importante de la literatura escrita por mujeres, no sólo por el valor de sus creaciones, sino también porque se convierte en símbolo de la mujer independiente, su poesía contiene las palabras silenciadas de todas las mujeres. Es casi una denuncia de ciertos condicionamientos culturales a los que fue sometida la mujer. A menudo utiliza la ironía y en ocasiones está teñida con una profunda y vieja sabiduría.
Así, en “Indolencia” expresa:
A pesar de mí misma te amo: eres tan vano
como hermoso y me dice, vigilante, el orgullo:
“¿para esto elegías? Gusto bajo es el tuyo”.
No te vendas a nada, ni a un perfil de romano…”.
Pero no por eso deja de reclamar un trato igualitario, aunque lo desea, ya que biológicamente, la sensualidad parece ganarle la partida. Subraya esta condición inferior de la naturaleza femenina – tal vez con un matiz de ironía, como tomándose el pelo a sí misma. Puede pensar en la venganza pero acusa a su débil voluntad de no poder llevarla adelante y entonces, reconoce: “Yo soy la que incompleta vive siempre su vida.”
La resignación avanza, se hace más profundo su pensamiento, entiende en su largo sufrimiento (la “cavadura de la vida” como la llama Gabriela Mistral) que es estéril ese enfrentamiento de los sexos y sigue andando hacia el hombre, ese “enemigo dulce”.
Soy tuya, Dios lo sabe por qué , ya que comprendo
que habrás de abandonarme, fríamente, mañana
y que, bajo el encanto de mis ojos, te gana
otro encanto el deseo…
Esa oscura diferencia, esa inacabable guerra Hombre versus Mujer, en Alfonsina parece prolongarse en “Saludo al Hombre”, donde expresamente reconoce su admiración:
Con mayúscula escribo tu nombre y te saludo
Hombre, mientras depongo mi femenino escudo
En sencilla y valiente confesión de derrota.
El cambio de postura en la temática refleja el dolor del amor no alcanzado, de la soledad que oprime cada vez más, de la angustia de un cuerpo que parece traicionarla a cada paso…y de la muerte. Se ha hablado a menudo que hubo un acercamiento hacia el existencialismo en la última etapa de su producción poética, entendiéndola así por una profunda congoja anímica que se proyecta en sus creaciones artísticas.
Rastreamos, sí , un sentido de autocrítica que no es coyuntural sino auténtico: se plantea su ansia de superación, su incansable búsqueda de lo nuevo para reencarnar su espiritualidad .
Esa búsqueda permanente, en definitiva, es propia de los poetas que en algún momento de su vida, ven con pesimismo y desencanto lo que han tomado como materia poética hasta entonces. Lo valioso, en este caso, es el giro generalizado que se da en Alfonsina, en su afán por cambiar no sólo la temática, sino también las formas métricas y hasta la concepción de mundo que la ha movido hasta allí. Deja de mirarse a sí misma para involucrarse en la búsqueda de que hablaba anteriormente. Sus íntimos cuestionamientos y su desencanto la llevan a una especie de regresión , intentando encontrar respuestas: la madre, su origen, otras mujeres, su época, la fe en Cristo.. Y hacia el último eslabón, con su poema “Dolor”, inicia su despedida, lo que retomará en el anti-soneto “Voy a dormir”.
En ambos poemas se rastrea una absoluta angustia de vivir, un alejarse del mundo cotidiano, con el peso de la soledad en cuerpo y alma, un sentimiento de ausencia general que no logran llenar ni el hijo, ni los amigos (hombres en su mayoría, compañeros de tertulias literarias), las muertes provocadas de algunos de esos amigos… todo parece conducirla al mar del olvido total, definitivo, en Mar del Plata, aquel 25 de octubre de 1938.
EN CORONDA
Para los corondinos es una figura muy querida, ya que se sienten orgullosos de que esta insigne poetisa haya vivido y caminado por sus calles.
Alfonsina se alojó en una casa que se levantaba en la esquina de Sarmiento y 9 de Julio, propiedad de la Sra. Mercedes Gervassoni de Vergara. El 8 de marzo de 1909 integró el primer grupo de alumnas con que se inició la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales. Se destacó como alumna y como cantante lírica. Algunos de sus trabajos de entonces fueron recogidos por la Revista “Adelante”, vocero de la Escuela Normal dirigido por otra insigne escritora: Carlota Garrido de la Peña.
En 1910 egresó con el título de Maestra Rural y dedicó su poema “El Maestro” a la Directora, Srta. María Margarita Gervassoni. En la foto se la ve con su promoción, junto con su docente y directora.
Pocos años después comenzó a publicar sus libros de poesía. “La inquietud del rosal” (1916), “El dulce daño” (1918), “Irremediablemente” (1919), “Languidez” y “Ocre” de 1920. El público femenino la ubicó entre las más destacadas poetas de comienzos del siglo XX.
En 1934 visitó Coronda por última vez. Su último libro “Mascarilla y trébol” (1938) reúne poesías breves, dispuestas como sonetos, a los que ella denominó anti soneto.
Una dolencia irreversible la llevó a buscar “el olvido perenne del mar” el 25 de octubre de ese año. Su vida adquiere ribetes de leyenda y con su obra poética “nace una verdadera ciencia de lo femenino”.
Prof. Belkys Larcher de Tejeda. De «Ocre, punto de inflexión en la poética de Alfonsina Storni» y «Alfonsina Storni en Coronda».