Este 26 de octubre se recuerda el primer momento más importante en la historia de Coronda. Tanto fue así, que nuestra ciudad fue la tercera en ser nombrada como tal, la primera después de Rosario y Santa Fe, nada más y nada menos. Y además fue parte de los 4 departamentos que conformaron la primera división política de la provincia de Santa Fe, ya que en 1826 se realizó la primera organización geográfica en este sentido.
En aquel tiempo dieron vida a la bota santafesina los departamentos de San José del Rincón, La Capital, Rosario y San Jerónimo de Coronda. A partir de 1883 se dividió nuevamente y del San Jerónimo nacieron Iriondo, Belgrano y San Martín.
El primer intendente electo de Coronda -curioso, no se lo recuerda en ningún lado- fue José Bautista López, elegido en 1884.
LA PRIMERA VEZ
El 26 de octubre de 1883, por Ley de Divisiones Departamentales y determinación de poblaciones cabeceras de partidos, Coronda fue considerada ciudad y se convirtió así en la tercera de la provincia, después de Santa Fe y Rosario. Era una época de gran movimiento industrial y portuario, de prósperos comercios y del auge de importantes edificaciones. El progreso de la vieja población era notable, aunque no fue duradero.
Al dictarse, en 1900, la Ley Orgánica de Municipalidades, que exigía 8.000 habitantes para que un estado comunal pase a ser Municipalidad, Coronda perdió esa categoría por decreto del 27 de agosto de ese año. Fue entonces cuando se nombró para reemplazar al intendente, una Comisión de Fomento, cuyo presidente percibiría el sueldo del funcionario anterior. Se sucedieron a ello tiempos muy complejos, con una progresiva decadencia económica.
En 1910, a 10 años de aquellos acontecimientos, Coronda presentía que debía afrontar la década más difícil de su desenvolvimiento económico. Paralizadas las fuentes laborales que habían proporcionado años de prosperidad, en especial los molinos harineros y el movimiento portuario después que el ferrocarril uniera las ricas colonias del interior con los puertos de Santa Fe y Rosario, vio también alejarse para buscar horizontes más propicios a muchas familias en especial dedicadas al comercio.
Se perdieron puestos de trabajo, disminuyeron los ingresos del erario comunal, aumentaron los pedidos de exención de impuestos y se multiplicó la necesidad de asistir de la mejor manera posible a la población.
En medio de ese panorama, la creación de la Escuela Normal de Maestros Rurales el año anterior, había arrojado a los corondinos una luz de esperanza y cierto aliento para seguir luchando, mientras parecía letra muerta la ya dictada Ley de Creación de la Cárcel Modelo, que logró concretarse recién 20 años después.
MODELO DE DIRIGENTES
Sin embargo, en todo este doloroso proceso que le tocó atravesar como comunidad, hay algo para destacar: las dificultades que crecían día tras día motivaron aún más, en quienes eran designados o elegidos como gobierno del pueblo, el espíritu de responsabilidad, de justicia y de acción solidaria. Y la pobreza provocada por la desocupación provocaba el desvelo de los dirigentes preocupados por generar nuevas fuentes de trabajo.
Para cumplir con la tarea dirigencial, en aquel año 1910 había sido designado jefe político departamental don José Manuel Maciel, quien -además de donar su sueldo- mantenía personalmente la Banda de Música de la Policía y se preocupaba por gestionar becas para alumnos de hogares de escasos recursos que desearan ingresar al Curso Normal.
Como miembro de la Comisión de Fomento, quienes permanecían un año en funciones, se nombró a Gelasio Ayala, Jacinto Cornejo, Vicente Cocurullo, Agustín Reinafé, W. Morbach, mientras que la presidencia del cuerpo estuvo a cargo del farmacéutico Jacinto Cornejo, que renunció a su sueldo a favor de la Comuna.
Es de hacer notar que el año siguiente el gobierno santafesino suprimió este sueldo en forma general, por lo tanto, con respecto a Coronda, desde 1910 a 1967 en que recuperó la categoría de ciudad, los miembros de las comisiones comunales que se sucedieron cumplieron esa ardua labor sin remuneración económica alguna.
Introducción Juan Peratitis. Aportes: Alcira Marioni Berra, Alfredo Ceballos, Diario El Litoral.