Este martes habrá cambio en el mando del Instituto Correccional Modelo Unidad 1 «Dr. César Tabares» ya que quien era el subdirector hasta aquí, se hará cargo de la dirección.
El alcaide Alejandro Silva se convertirá en el nuevo director de la Cárcel de Coronda, mientras que el Lic. Alfredo Sánchez, pasará a la Dirección General del Servicio Penitenciario.
De hecho, la dupla condujo el presidio desde el 23 de setiembre de 2020, cuando ambos asumieron como Director y Subdirector de la unidad más grande y antigua de la provincia. Los cambios en este tiempo tienen que ver con no desgastar las figuras de los oficiales al mando.
Sánchez deja una buena imagen y una gestión muy interesante, en medio de un contexto que generó que en gran parte de sus dos años y medio de dirección lo haya hecho con la crisis de la pandemia y las secuelas generadas en el Servicio Penitenciario que incluyeron antes de la asunción de ambos, un motín el 23 de marzo y varios meses de presión de presos por mantener las visitas activas, cosa que a la que no se accedió.
Entre lo concretado dentro de este período de mandato, en algunas ocasiones de la mano de la cúpula dirigencial penitenciaria y otras no tanto, se impulsó la implementación del ingreso de visitas los días de semana en tiempos de pandemia, obteniendo un ingreso menor y más organizado, beneficiando no sólo la organización de la unidad sino de los ingresos en general, cosa que cayó muy bien en los vecinos linderos al edificio carcelario.
Se adquirieron móviles para el traslado de detenidos, se licitó y compró un camión compactador de residuos, se firmó un convenio con la Municipalidad de Coronda para la disposición final de esa basura en el vertedero local previa clasificación de residuos.
Hubo una importante incorporación de personal y en Coronda no hubo los problemas que por ejemplo sufrió Piñero con las recargas, se refaccionaron sectores destinados al personal tanto en guardias como en sectores de oficinas.
Por sobre todas las cosas la implementación de los escáneres fue un logro importante, poniendo un freno al ingreso de estupefacientes y teléfonos a la Cárcel, algo que era poco controlable históricamente.
Ahora con Silva, continuará un trabajo que buscará varios objetivos difíciles y otros no tanto, en un penal que por cuestiones ajenas a las cárceles y al Servicio Penitenciario, tiene casi 2300 reclusos, un número que es casi el doble del ideal de capacidad de la Unidad 1, y un 50% mayor de lo máximo permitido e ideal y en el que siempre en las declaraciones públicas hechas desde la plana del penal, consideraron que «siempre en la gestión se trató de priorizar el trabajo del agente penitenciario».