Este jueves por la mañana está prevista una marcha organizada por el Colectivo Ni Una Menos, mientras que Valentín Frutos pintó un mural en San Jerónimo casi Alberdi para recordar este hecho, y no dejar que caiga en el olvido…
El 26 de agosto de 2018 -cómo pasa el tiempo- el cuerpo de una chiquita de sólo 16 años, imagínese usted a su hija o su sobrina en esa situación y le dará escalofríos, fue encontrado sin vida en la parte baja del aliviador del macrodesagüe a la altura de calle Mitre pasando Santa Fe hacia el oeste corondino.
Esa noche la ciudad se paralizó. Una nube de muerte e inseguridad rodeó a Coronda como pocas veces, más aún teniendo en cuenta que habían matado a una mujer adolescente. No faltaron los lamentables comentarios «chusmas», las suposiciones del famoso y lúgubre «por algo será».
Pero pasaron casi 1100 días y no hay nada concreto. No hay resolución, no hay detenidos, no hay culpables, Magalí sigue sin descansar en paz y el proceso judicial quedó trabado en que una cosa han dicho algunos testigos de manera informal, pero cuando tienen que declarar en la causa, el silencio los envuelve…
Alguien la mató, quizás alguien lo planeó. La hipótesis de un dinero no devuelto no justifica un crimen bajo ningún punto de vista. Hubo diligencias apuntadas hacia un par de corondinos, pero luego todo se diluyó como un helado en el sol, con la diferencia nefasta de que esto de dulce no tiene nada.
Nadie, por ningún motivo y bajo ningún punto de vista, es dueño de la vida de los demás. Esa chica también tenía varios puntos que se vieron muy tarde, ella no debía estar en la situación social en la que estaba. La escuela debió ser siempre la prioridad. Pero leer el diario del lunes y opinar es muy fácil.
Hoy todavía, más en silencio que antes, la familia espera por justicia, quizás desesperanzados de que su muerte tenga un relato verídico y esclarecido. El femicidio de Magalí Ojeda sigue insolente e impúdicamente impune, a tres años del hallazgo de una vida que se apagó de manera quizás evitable.