Ya lo han demostrado en varias oportunidades y es positivo que la historia no se pierda, sobre todo por que el tiempo avanza y hay hechos que podrían quedar en el olvido.
Por tal motivo, la Juventud Radical, junto con el Comité de la Unión Cívica Radical de nuestra ciudad, plantaron árboles como símbolo de memoria al pasar el tiempo, para no olvidar y para reflexionar sobre lo sucedido en aquella década tan oscura como fue entre 1976 y 1983.
«Nunca Más» escribieron los integrantes de la UCR corondina, mientras dejaron plasmado su pensamiento con la plantación de árboles en distintos lugares de la ciudad.
Un poco de historia desde la UCR
El 20 de setiembre de 1984, en la Plaza de Mayo, 70 mil personas piden justicia. En la Casa Rosada, un simple acto de protocolo le da sentido vital al renacer democrático: el escritor Ernesto Sábato le entrega al presidente Raúl Alfonsín el informe final de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que desnuda los métodos de la represión ilegal. En dos meses, el informe se transformará en libro, con un título que trascenderá su modesto contenido gramatical: “Nunca Más”. En menos de un año, será la prueba fundamental del juicio a las juntas militares. Por primera vez en la historia argentina, los todopoderosos de una dictadura, sentados en el banquillo de los acusados.
Fueron 50 mil fojas que describieron las peores formas del terrorismo de Estado: la violación del derecho a la vida, la estimación inicial de 8.960 desaparecidos, el secuestro de bebés, las torturas, la existencia de 340 centros clandestinos de detención, el entierro de cadáveres en fosas comunes, sin identificación.
Raúl Alfonsín no quiso esperar: en el quinto día de iniciada su presidencia —luego del régimen militar que gobernó entre 1976 y 1983— firmó el decreto 187, que creó la comisión para investigar “las gravísimas violaciones a los derechos humanos”; recopilar «denuncias y pruebas» para remitirlas a los jueces; y tratar de averiguar el destino de las personas desaparecidas. Alfonsín pensó en los derechos humanos como una verdadera política de Estado.
A poco de asumir, Alfonsín derogó la ley de autoamnistía que había dispuesto el general Reynaldo Bignone, el último presidente de facto. Sin ese paso, “el juicio a las juntas hubiera sido imposible, porque los acusados se hubieran acogido a la ley más benigna», explica Eduardo Rabossi, primer subsecretario de Derechos Humanos de la era democrática.
El juicio a las Juntas fue la decisión politica del Dr. Raúl Alfonsín, fiel a sus convicciones y respetando contra viento y marea la voluntad y el clamor popular de justicia, hecho que en el mundo se lo compara y hasta mejor considera con los juicios de Nüremberg.