Muchas veces la gente más humilde es la que tiene el corazón más abierto hacia los demás.
Una de esas lecciones la brindó Silvia Ñañe, una mujer muy noble que ha dedicado 6 años al Merendero Nuestra Señora de Guadalupe, del Barrio homónimo, pero que ahora, por cuestiones de salud, no podrá atender más.
Este domingo fue la última vez, al menos de ella y su familia. Queda la puerta abierta y la vara muy alta para seguir atendiendo a los chicos del barrio, pero hubo un festejo mezclado de alegría y melancolía.
«Expreso mi más profundo agradecimiento por la ayuda recibida desde hace 6 años, estaré eternamente agradecida a todos y cada uno de ustedes que de una forma u otra siempre estuvieron e hicieron que esto sea posible» contó Silvia quien de este modo se despidió pero dejó una huella que merece seguir siendo caminada.