Ante este drama, que tiene como uno de los principales cómplices al silencio -desde adentro de uno mismo en principio-, una institución de nuestra ciudad viene haciendo una campaña pública, muy simple, pero humana y con la intención de brindar ayuda a quien lo pudiera necesitar, desde este punto de vista.
La Iglesia Evangélica Jesucristo es el Señor Universal, ubicada en Alberdi y Mitre, en diagonal a la Escuela Primaria Manuel Gaete, ha dispuesto a jóvenes y pastores por distintos lugares de la ciudad para que entreguen cartas de aliento a las personas que las reciban, entre las cuales puede haber alguien con ideas suicidas o que conozca a una persona que esté en esa situación, y pueda ser ayudada con oración y respaldo o bien incentivando la búsqueda de auxilio de la forma que considere válida.
«A lo mejor estás pasando por alguna situación difícil, pero recuerda, nada es para siempre y todo pasa» dice una de las cartas entregadas por el grupo de jóvenes en el Carancho Triste. «Eres valioso sin importar lo que te hayan dicho o hecho. Tu valor lo decidís vos y no los demás. Iluminás la vida de otros y tu vida es preciosa» menciona otra.
Manuel, su pastor, contó que «estamos luchando contra la depresión, distribuyendo cartas concientizadoras contra estas ideas extremas, el 10 de setiembre fue el Día Mundial contra el Suicidio y allí arrancamos la campaña, llevando un mensaje, si alguien pasa por depresión o un familiar, el objetivo es ayudar. El suicidio no es una opción que solucione los problemas, al contrario, da más porque los familiares que quedan se sentirán por siempre muy tristes» y es una forma de muerte evitable.
«Desde el Proyecto G, estamos para ayudar, colocando cartas y alcanzando a quien pueda estar sufriendo. Es un proyecto a nivel nacional y mundial que trabaja contra la depresión. En octubre apuntaremos al Cáncer de Mamas, porque hay muchas mujeres solas, sin contención, angustiadas» indicó el referente de esta iglesia cristiana.
PARA TENER EN CUENTA
En Argentina la mortalidad por suicidio presentó un importante incremento en las últimas décadas que varios especialistas asocian a la existencia de una crisis de valores. Si bien, las defunciones por suicidio representaron desde 1980 el 1% del total de defunciones, entre los jóvenes (15 a 29 años) esta proporción más que se triplicó pasando del 4% en 1980 al 14% en 2004, y junto con el resto de las causas externas (homicidios y accidentes), representaron para este grupo etario uno de los principales motivos de defunción, alcanzando al 60% de las muertes.
Según investigaciones oficiales «La persona que se suicida no desea morir».
La persona que tiene ideas suicidas está transitando una situación de ambivalencia en su vida, es decir, desearía morir si su vida continúa de la misma manera.
Se cree que el que dice o amenaza con quitarse la vida, no lo hace. Sin embargo, la mayoría de las personas que se suicidan, hicieron saber el propósito de acabar con su vida. Toda persona antes de cometer un intento de suicidio evidencia una serie de señales que de ser detectada a tiempo puede ayudar a evitarlo.
El suicidio o intento de suicidio puede ocurrir durante un proceso depresivo o no. Los comportamientos suicidas se han asociado con depresión, abuso de sustancias, esquizofrenia y otros padecimientos mentales, además de comportamientos destructivos y agresivos. Sin embargo, esta asociación no se debe sobrestimar.
No hay una relación directa entre el sufrimiento que padece quien desea terminar con su vida y los padecimientos o enfermedades mentales.
Hablar con una persona sobre sus intenciones de matarse no incrementa la posibilidad de cometer suicidio. Dialogar sobre el tema reduce la posibilidad de cometerlo y puede ser una oportunidad para ayudar a quien está padeciendo.
No debe asociarse el suicidio y el intento de suicidio con acciones de cobardía o valentía, tampoco con hechos románticos o heroicos. La acostumbrada asociación que se realiza desde los medios de comunicación del suicidio con hechos delictivos al anunciarlos en las secciones policiales, debe ser cuestionada.
La tendencia al suicidio no es hereditaria. Lo que sí puede trasmitirse por medio de la educación es la visión sobre el suicidio como una forma de solución a los problemas.
PREVENCIÓN
• Reconociendo los signos de alerta: aislamiento; persistencia de ideas negativas; dificultad para comer, dormir y trabajar; desesperanza; llanto inconsolable; repentino cambio de conducta.
• Mostrando interés y apoyo.
• Respetando las diferentes expresiones de sentimientos.
• Eliminando prejuicios. El suicidio no es ni bueno ni malo, tampoco un hecho delictivo, es una situación de sufrimiento.
Desde casa, desde la escuela, desde cada espacio, motivando a las personas:
• Para que hablen sobre cómo se sienten.
• Para que tengan amistades saludables.
• Para que tomen decisiones de manera autónoma.
• Para que aprendan a manejar situaciones de estrés y dificultad.
• Para que aprendan a perseverar cuando la ocasión lo requiera y a renunciar cuando sea necesario.
• Para que tengan buena autoestima.
• Para que desarrollen habilidades e inteligencia emocional para resolver problemas.
El desarrollo de habilidades sociales previene el suicidio. Debemos tener en cuenta que:
• Estar atentos es la forma de acompañar. El diálogo no es un interrogatorio, sino compartir un momento.
• Si la persona no accede a realizar un tratamiento no hay que obligarla. Seguir acompañando y dialogando, mientras uno mismo realiza una consulta con un profesional.
DATOS OFICIALES
El suicidio es un problema de salud pública muy complejo y urgente, y su prevención debe ser una prioridad en los países de las Américas. Según las Estadísticas Sanitarias Mundiales 2019 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) casi cien mil personas murieron por suicidio en las Américas en 2019 y se estima que los intentos de suicidio pueden haber sido 20 veces esa cifra.
En Argentina, las cifras son igualmente preocupantes, siendo el suicidio la segunda causa de muerte por lesiones externas entre los 15 y 29 años según datos del Ministerio de Salud. Generalmente, esto está ligado al uso de alcohol y de drogas ilícitas, un grave problema en muchos países.
La pandemia por COVID-19 ha exacerbado la situación y está afectando la salud mental de muchas personas en todo el mundo. “La pandemia ha amplificado los factores de riesgo asociados al suicidio, como la pérdida de empleo o el deterioro económico familiar, los traumas y abusos, los trastornos mentales y las barreras de acceso a la atención de salud”, afirma Eva Jané Llopis, representante de la OPS/OMS en Argentina.
Aunque aún no se cuenta con información sobre el impacto que la pandemia tendrá en los índices de suicidio, es importante comprender que exige acciones concretas que refuercen actitudes resilientes y que creen esperanza, tal como lo expresa el lema del Día Mundial de Suicidio de este año “Crear esperanza a través de la acción”.
Por eso, la prevención del suicidio debe seguir siendo una prioridad de salud pública en la región. Para disminuir la tasa de mortalidad es necesario desarrollar políticas de prevención con intervenciones eficaces, con un enfoque multinivel que permita una colaboración multisectorial para compartir recursos, conocimientos, voces y experiencias.
Finalmente, valga destacar que nuestro medio apoya este tipo de iniciativas pero desde hace un tiempo hemos decidido no brindar noticias vinculadas con intentos o concreción de suicidios.
El Estado puede hacer más. Lo mismo que las instituciones intermedias, de salud y educativas. Valga este ejemplo para que el tema sea puesto en agenda. En Coronda tenemos profesionales en salud mental muy valiosos. Y lamentablemente se considera que la salud mental es menos importante que la salud en general, pero cuerpo y mente -y alma y corazón, si quiere- son una amalgama que no pueden estar disociados uno del otro.