Este sábado tuvo lugar la procesión y Misa por el Día de la advocación de María Nuestra Señora del Huerto.
Se había concretado un triduo de rezos durante la semana, y este 2 de julio hubo concentración en el loteo Mutual Central Coronda desde donde los feligreses marcharon rumbo a la Capilla de Lisandro de la Torre y Tomasa Ramírez del Castillo.
Luego se concretó la celebración litúrgica, presidida por el Cura Párroco Presb. Sergio Capoccetti y que contó con muchos fieles presentes sobre todo quinteros y productores de frutillas ya que es la Patrona de la Producción.
Posterior a eso se sirvió un chocolate en el atrio del templo.
LA HISTORIA MARIANA
La devoción a la Virgen del Huerto surgió como una promesa hecha por una piadosa mujer, ante la amenaza de la peste, que en 1493 sembraba la muerte en toda la región de la Liguria. Comenzando por Génova, el contagio se fue propagando y llegó a la Ciudad de Chiávari y a los valles cercanos.
María Guercio, (Turquina por el pañuelo azul que siempre llevaba) piadosa mujer del suburbio de Rupinaro, prometió a la Virgen una señal de público reconocimiento si mantenía inmune del contagio, a ella y a su familia. Obtenida la gracia, Turquina cumplió su promesa y encargó al pintor Benedicto Borzone, que pintara sobre el muro de |un huerto, ubicado entre el Palacio del Gobernador y el Puerto de Chiávari, una imagen de la Virgen María con el Niño en brazos, para que los transeúntes que, en su diario trajín, pasaban por el lugar, pudieran venerarla y pedirle gracias…
Con el paso del tiempo, la imagen del huerto fue olvidada y comenzó a arruinarse, pero la bella pintura siguió allí, manteniendo su aspecto y tonalidad y llamando poderosamente la atención de quienes pasaban por el lugar.
En 1528 la peste volvió a castigar la Liguria, abatiéndose con especial fuerza sobre Chavari. Este hecho volvió a despertar la devoción a la imagen del huerto y muchos fieles, se congregaban diariamente en el lugar, para pedir la liberación de Chiávari del peligro del contagio. Por esa razón, las autoridades de la ciudad decidieron construirle un altar, una especie de ermita para que los que acudían a pedir la protección de la Madre de Dios, pudieran arrodillarse y orar ante ella. Nuevamente la Ciudad experimentó visiblemente la protección de la Madre de Dios. Tal como suele ocurrir, pasado el peligro, el pueblo se fue olvidando de la Virgen del Huerto.
La noche del 18 de diciembre de 1609, Gerónima Turrio, una lavandera del barrio de Rupinaro, que se había ocupado de cuidar la ermita, y mantenerla limpia y siempre con una luz encendida, rezaba como era su costumbre, ante la imagen de la Virgen. Repentinamente vio que la pintura comenzó a irradiar una luz intensa. El prodigio se conoció en los alrededores y al cabo de un tiempo, cientos de peregrinos comenzaron a acudir al lugar para implorar gracias.
Encontrándose la pintura de la imagen en un lugar estratégico, que era paso obligado de los que diariamente se dirigían a sus trabajos, la devoción a la Madre del Huerto fue creciendo en el pueblo de Chiávari y en los alrededores.
Turquina había escogido el lugar más apropiado para colocar a la Virgen Madre, exacta-mente sobre el camino de los chiavareses y de los forasteros. Fue una opción muy acertada para provocar el encuentro entre la Madre y sus hijos.
La devoción a Nuestra Señora del Huerto se vio reforzada el 2 de julio de 1610 cuando, en horas de la mañana, se le apareció a Sebastián Descalzo, un humilde poblador de las inmediaciones, que mientras recitaba sus oraciones se encaminaba hacia el lugar de su trabajo, en los suburbios de Carasco, donde vendía los productos de su huerto.
Cuando Sebastián estaba llegando al lugar de la imagen vio frente a sí a la Virgen bendita luciendo un hermoso manto celeste.
La aparición de María en el huerto de Chiávari respondía al designio de la Providencia que quería suscitar un despertar en la fe y en la piedad, mediante el culto de María, Mediadora y Corredentora del género humano.
María concedió una lluvia de dones y gracias: curaciones de enfermedades, extinción de odios y enemistades y conquistó el corazón aún de los incrédulos.
La fama de estas maravillas se divulgó entre los chiavareses y las poblaciones vecinas, acrecentando más la devoción, de tal manera que se originó una reforma general de vida.
Fueron desterradas las diversiones ilícitas; se volvió a la devoción, a una enmienda en el lenguaje, a la sinceridad en las obras, a la prontitud en los actos religiosos, a la oración.
Fueron a postrarse delante de la imagen aquellos que la habían profanado con sus juegos y blasfemias.
La imagen de la Virgen del Huerto, tiene algunas particularidades. Representa a la Virgen con el Niño apoyado en su pecho, y con su mano derecha sosteniendo la mano del Niño Jesús, para bendecir a la ciudad y a cualquiera que tuviese la gracia de pasar delante de ella.
En torno a la cabeza de la Virgen se leen las palabras del saludo del ángel Gabriel: Ave gratia plena, y, un poco más arriba, la frase bíblica: Hortus Conclusus, que significa HUERTO CERRADO y que se aplican a la Virgen María por su Inmaculada Concepción, y se la compara a un huerto o jardín cerrado porque el mal nunca contaminó su vida.